La fecha fijada será el 22 de abril de 2018 y no se trata de ninguna táctica para meter miedo a los ciudadanos. El ‘Día Cero’, como se lo llama, es real y se calcula todas las semanas según la capacidad actual del yacimiento y el consumo diario. La ciudad no se secará literalmente; en la mayoría de los casos, los embalses no se pueden drenar hasta la última gota, ya que el cieno y los desechos hacen que el último 10% del agua de una presa no se pueda utilizar. Las autoridades municipales han decidido que una vez que las presas alcancen el 13.5% de su capacidad, el suministro municipal de agua se apagará para todos los servicios, excepto los esenciales, como los hospitales.
Los residentes tendrán que ir a uno de los 200 puntos de agua municipales en toda la ciudad donde pueden recoger un máximo de 25 litros por día. Los guardias armados estarán preparados para mantener la paz y evitar que nadie coja más de lo que les corresponde. La gente con más dinero podrá pagar a empresas que se dedican a transportar camiones cisterna llenos de agua de partes del país con menos problemas de escasez.
La ciudad ha limitado el consumo de agua en el hogar a 87 litros por persona, por día. Para la mayoría de los hogares, eso significa mantener duchas de menos de 2 minutos, no regar el jardín o lavar el automóvil, abstenerse de enjuagar el inodoro a menos que sea absolutamente necesario, reciclar el agua de baño cuando sea posible y limitar seriamente el uso del lavavajillas y la lavadora. El pelo sin lavar es ahora un símbolo de la ciudadanía, y los baños públicos están llenos de amonestaciones para "dejar que se suavice".
A pesar de los intentos, estos límites autoimpuestos no están funcionado. Según las estadísticas de la ciudad, solo el 54% de los residentes están alcanzando su objetivo, una de las razones por las cuales el ‘Día Cero’ se adelantó una semana antes este año. Pero la ciudad tiene pocas opciones para castigar a los consumidores de agua individuales y garantizar el cumplimiento, por lo que todos pagan el precio.
Muchos ciudadanos se preguntan: “¿Nadie vio esto venir?”. Los planificadores urbanos han señalado durante mucho tiempo que la capacidad de agua de Ciudad del Cabo no se ha mantenido al ritmo del crecimiento de la población, que casi se ha duplicado en los últimos 20 años. Aun así, una sequía de tres años en esta escala es un evento "una vez al milenio", dicen los climatólogos, e incluso el mejor sistema de agua mejor del mundo tampoco habría tenido éxito en las condiciones actuales. Ahora la ciudad está jugando a ponerse al día, apresuradamente (y costosamente) instalando plantas de desalinización y buscando la extracción de agua subterránea. Pero es poco probable que alguno de esos sistemas pueda dar resultados útiles antes del ‘Día Cero’.