Pasó tres años sin que los médicos le diagnosticaran un tumor cerebral

Noticias Cuatro 02/03/2017 00:55

Según cuenta su madre, Karen, la familia convivía felizmente llevando una vida normal cuando, a los siete años, Poppy comenzó a sufrir los dolores de cabeza.

Inicialmente, les dijeron que ello se debía a la congestión nasal, pero pronto estar enferma empezó a ser habitual en la pequeña, que se vio inmersa en continuas visitas a su centro de salud o al hospital.

Así entre los años 2013 2016, sumando un total de más de 22 visitas a los especialistas que acabaron por producir que Karen se pusiera en la peor y por su mente pasase en más de una ocasión la posibilidad de que su hija tuviese un tumor. Un pensamiento que finalmente terminó por confirmarse a raíz de una resonancia magnética a la que fue sometida después de que la pequeña fuese traslada de urgencias al empeorar su salud.

Tras ello, fue sometida a una operación que duró diez horas y gracias a la cual removieron un 60% del tumor, tal y como informa Mirror.

Afortunadamente, se recuperó rápidamente, aunque tenía que permanecer con un tratamiento de morfina para paliar el dolor que seguía sintiendo.

Pese a la cantidad de tiempo que tuvo que esperar para ser diagnosticada, la familia celebró aliviada que el tumor de Poppy no es cancerígeno y no necesitaría un tratamiento posterior.

Ahora, gracias al trabajo de los terapeutas para trabajar las consecuencias asociadas al shock emocional que también sufrió, y gracias al de los fisioterapeutas para trabajar su movilidad, se encuentra bien, feliz y ha vuelto a poder hacer lo que más le gusta: bailar.