Cuando Mary robó un coche y fue condenada a prisión no se hacía una idea de cómo iba a ser su estancia en la prisión de Queensland. Desde su primer día entre rejas, sus compañeros se acercaban a ella, ofreciéndole protección dentro de la cárcel a cambio de sexo. Esto no era más que una excusa: si ella no accedía a su “generosa” oferta, la forzaban de todas formas.
Esto empezó a convertirse en su día a día y Mary ha asegurado al diario ‘News.com.au’ que ha sufrido abusos sexuales al menos una vez al día mientras cumplía condena. Tal era su infierno que, incluso cuando la cambiaron a una celda de alta seguridad, tenía compañeros que la acosaban sexualmente.
Es por eso que Mary empezó a tomar medidas más extremas y trató de huir hasta en tres ocasiones de la cárcel. Pero en vez de lograr así solucionar su problema, este se volvió mayor, ya que se la empezó a considerar como una presa de alto riesgo y fue encarcelada junto a los presidarios más peligrosos y violentos.
Mary, quien aún no se ha realizado una operación de reasignación de sexo, cree que estos abusos se deben a su apariencia femenina y a la “necesidad” de los presos de tener sexo. Pero Mary no es la única, la prisión ha sido un infierno para muchas otras transexuales.