Un experto alerta de que muchos pacientes acuden a consulta cuando el glaucoma está avanzado y es irreversible

EUROPA PRESS 10/03/2017 12:54

En cambio, otras formas de glaucoma sí producen síntomas como visión borrosa o dolor y pueden ser diagnosticadas en fases más precoces. En todo caso, la detección precoz tiene una gran importancia ya que aunque la visión perdida no se puede revertir, sí se puede detener el proceso si se detecta y se trata a tiempo.

Para realizar un correcto diagnóstico del glaucoma es necesario estudiar la forma y color del nervio óptico, el campo visual completo, el espesor corneal y, sobretodo, medir la presión intraocular. Para ello se utilizan distintos equipos tecnológicos como tonómetros, oftalmoscopios, perímetros, retinoscopios, gonioscopios y paquímetros.

"El objetivo del tratamiento consiste en detener o ralentizar la progresión de la afectación glaucomatosa. Para ello establecemos en cada paciente, de forma individualizada y dinámica, la llamada Presión Intraocular Objetivo, que es la presión con la que detenemos la progresión de la enfermedad", ha explicado el experto.

"Para conseguirlo se empieza por un tratamiento a base de colirios, en algunos casos se colocan válvulas especiales, en otros se utiliza el láser Argón y en los casos más avanzados hay que recurrir a la cirugía que será más o menos invasiva en función del estadio de la enfermedad", ha continuado.

Uno de los principales problemas que impiden el correcto tratamiento en la fase de terapia tópica es el incumplimiento por parte del paciente por lo que la labor de concienciación es imprescindible.

SEGUNDA CAUSA DE CEGUERA

Este domingo se celebra el Día Mundial del Glaucoma, con la intención de concienciar a la población de la necesidad de tomar medidas para prevenir esta enfermedad que no da síntomas hasta que ya se ha manifestado e iniciado el proceso de pérdida de visión.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el glaucoma es la segunda causa más común de ceguera. Actualmente, afecta a 4,5 millones de personas en el mundo y se prevé que alcance a 11 millones de personas en 2020. La edad, la raza, el grosor corneal, los antecedentes familiares o el grado de miopía son los principales factores de riesgo, siendo la presión intraocular elevada el único factor de riesgo modificable.