Osoro pide en su homilía a La Paloma que aparte "la discordia", "la envidia" y "la violencia" de nuestros corazones

EUROPA PRESS 15/08/2017 13:33

El arzobispo de Madrid, Carlos Osoro, ha pedido este martes a la Virgen de la Paloma durante la homilía en su honor que aparte "la discoría", "la envidia" y "la violencia" de nuestros corazones para poder vivir como hermanos.

"Aparta la discordia de nuestro corazón, que nos impide vivir como hermanos, sácala, arráncala de nuestro corazón, también la envidia y la violencia. Tú, Virgen de La Paloma, nos muestras en tu mirada que hay que recuperar la memoria de cómo se vive y se da vida siendo hermanos. Enséñanos a cuidarnos los unos de los otros como tú lo haces", ha destacado en sus palabras.

Osoro ha comenzado su homilía pidiendo a los fieles retroceder por unos momentos al año 1787, cuando "un hombre se percata de que en el corral hay un lienzo tirado en el suelo en muy mal estado".

Así, ha relatado que había unos niños jugando y se lo regala para que jugasen con él. "Se encuentran con una mujer, tía de uno de los niños, quien ve que juegan con aquel lienzo y decide darles unas monedas para que se lo dejen. Este cuadro hubiese quedado en un juego de no ser por la intervención de Andrea Isabel Tintero", ha indicado.

"Esta mujer lo restaura, lo enmarca y lo coloca, en un primer momento, a la entrada de su casa y, más tarde, cuando se le atribuyeron cualidades milagrosas a la imagen y la devoción fue creciendo, en una habitación más grande de su propiedad", agrega.

"La devoción crecía con tanta fuerza que en 1795 se levanta una capilla para custodiarla. Más tarde, en el siglo XIX, se construye la Iglesia en la que hoy se sigue guardando este cuadro y en la que hoy nos reunimos para honrar a la Virgen María en esta advocación de la Virgen de La Paloma", relata.

Según Osoro, "la historia es muy sencilla, como son todas las cosas que vienen Dios, para que los hombres comprendamos mejor lo que desea de nosotros". "Lo que sí es cierto es que, gracias a esta advocación, muchos madrileños volcaron su vida en esa relación íntima con la Virgen María, que los llevó a descubrir en la sencillez llena de profundidad quiénes son ellos y qué altura alcanza el ser humano cuando, como María y ayudados por Ella, se abren totalmente a Dios", señala.

"Y esto lo supieron expresar en la fiesta, desbordando en el gozo de la misma, siendo creativos y ahondando en lo que la Santísima Virgen María quiere de nosotros; lo supieron traducir con sus costumbres y tradiciones. Hoy seguimos manteniendo esas raíces porque sabemos que un pueblo sin raíces ni hace presente ni futuro. ¿Por qué será que en todas las culturas la fe bien vivida se hace cultura? Ya decían el beato Pablo VI y san Juan Pablo II que una fe que no se hace cultura es una fe mal vivida".

Así, ha indicado a los fieles que la palabra de Dios es muy clara."Nos habla de las grandes aspiraciones que todos los hombres tenemos en lo más profundo de nosotros y que se revelan con suma claridad en María nuestra Madre: deseos de un reino de verdad, justicia y paz, donde todos los hombres puedan vivir como hermanos, como lo que son; deseos de hacer lo mejor para que el ser humano sea verdaderamente humano, con el humanismo de Cristo; deseos de vivir la dicha de llenar de gozo a quienes nos rodean y de vivir creyentemente".