Mohamed Toure y su mujer, Denise Cros-Toure, ambos de 57 años y residentes en Southlake, en el condado de Tarrant, en Texas, lo organizaron todo para que una niña pudiese viajar hasta aquí dejando atrás su hogar en la República de Guinea. Sucedió en el año 2.000, y entonces la pequeña solo tenía cinco años, según informa el medio NY Post haciendo referencia a la información aportada desde el Ministerio de Justicia estadounidense.
Desde ahí, –desde el primer momento–, comenzaría el calvario de la niña, que sería obligada a trabajar para la familia como una 'esclava doméstica' durante 16 años, según sostiene la Fiscalía: tenía que hacer la comida, limpiar la casa, lavar y sacar la colada, pintar el inmueble, arreglar el jardín… e incluso cuidar de los cinco hijos de la pareja, a pesar de que la menor tenía casi la misma edad que algunos de los niños de los Toure.
Más allá, la pequeña ni siquiera hablaba inglés y no tuvo las mismas oportunidades que el resto de los niños de la casa, siéndole negado el derecho y el acceso a la educación, algo que la defensa de los Toure rechaza tajantemente, asegurando que la pequeña ha sido tratada como el resto, ‘como si fuera de su misma sangre’. Incluso, el abogado de la familia, Scott Palmer, sostiene que la denuncia está fundada en ‘alegaciones pretenciosas y fabricada en mentiras”, y que buscan demostrar que lo que quiere es “traicionar e intentar destruir a la familia que la acogió en el deseo de sus padres de que tuviese una vida mejor en Estados Unidos”.
Pero lo cierto es que la pequeña, además, vivió sin documentos desde que expiró su visado, en situación irregular de acuerdo a la ley; una circunstancia que vuelve a aprovechar la defensa para explicar por qué la niña no fue a la escuela: “Creo que fue una cuestión compleja por no tener el certificado de nacimiento de la pequeña o los papeles de adopción”, justifican.
Sin embargo, la acusación ve claro el delito por abusar emocionalmente y físicamente de la joven que, por fin, en agosto de 2016 logró zafarse de su situación gracias a la ayuda de algunos de los que eran sus vecinos.
Ahora, de ser condenados, los Toure se enfrentan a 20 años de prisión por un delito de trabajo forzoso.