Ivy Angerman es una niña de tan solo un año y medio a la que sus propias lágrimas o el agua con el que se baña le provoca una fuerte alergia. En sus primeras semanas de vida, los padres de la pequeña comenzaron a notar que su hija lloraba de forma desconsolada y que aparecían unas manchas rojizas cada vez que la bañaban por todo su cuerpo.
Al observar el comportamiento del bebé, Brittany Angerman y su marido decidieron acudir al médico para conseguir una respuesta. Tras hacerle varias pruebas, el doctor no consiguió dar con el diagnóstico por lo que los padres comenzaron a cambiar completamente los hábitos con los que aseaban a su hija: compraron nuevos jabones y hasta probaron con las bañeras de diferentes hogares para ver si era el agua lo que causaba su urticaria.