La madre de un adolescente con autismo: "Mi hijo no es un perro"

Noticias Cuatro 26/02/2018 18:18

Magenta Quinn, una madre soltera de Brisbane (Australia), recibió la carta más “dañina” que se puede leer. El escrito, anónimo, instaba a la mujer a mantener encerrado a su hijo porque al autor no le gustaban los “extraños gemidos” que emitía, como recoge The Sun.

Tres meses atrás la madre y el hijo se mudaron a la zona, tiempo durante el cual los vecinos escucharon “extraños gemidos y gritos todos los días y noches” provenientes del jardín de Quinn, algo que mantenía “preocupados” a los autores de la carta por si en la vivienda se desarrollaban “actividades ilegales”.

Tras llamar a la policía para que iniciaran una investigación, los agentes concluyeron que “una persona de la familia padecía una enfermedad mental y esa era la fuente del ruido”. Pese a tener esta información, los vecinos no simpatizaron con la mujer y añadieron que “el ruido era muy perturbador y ocurría continuamente”, por lo que le pidieron “amablemente” a Quinn que considerase a sus vecinos y tratara de limitar el tiempo que su hijo pasaba en el jardín.

Quinn, notablemente furiosa, compartió la misiva en su perfil de Facebook con la esperanza de que el anónimo leyera su respuesta. “Mi hijo no es un perro, es una persona. Si desea llevárselo de vacaciones para que yo pueda descansar un poco, sería increíble”, escribió la usuaria. También aprovechó la ocasión para invitar al vecino a iniciar una conversación para explicarle todo aquello que “no entiende”.

La respuesta de sus amigos en esta red social no se hizo esperar y le inundaron el tablón de mensajes de apoyo: “Me siento completamente amada, después de la publicación pasé dos horas respondiendo a las personas”, agradeció la madre.

Entre los comentarios de agradecimiento, Quinn también explicó la tesitura de su vástago: “Mi hijo es autista y tiene la capacidad mental de una persona de alrededor de cinco a siete años. Su capacidad de lenguaje es excepcionalmente limitada, podríamos obtener oraciones de tres a cinco palabras una docena de veces al día”, explicaba Quinn.

La madre soltera del adolescente con necesidades especiales también explicó que ese “ruido” del que se quejaba el vecino es un tarareo tranquilizador y, sin él, su hijo se sentiría muy frustrado y agresivo.