El monitor de Lloret de Mar (Girona) confiesa haber abusado sexualmente de 17 menores

Noticias Cuatro/Agencias 12/01/2015 19:14

El acusado, Josep C.E., ha reconocido haber realizado tocamientos a estos menores, de entre cuatro y nueve años, durante actividades extraescolares y casales, por los que la fiscal pide que se le condene a 105 años de prisión y a pagar una indemnización de más de 108.000 euros.

Más allá de los 17 delitos de abusos sexuales --siete de forma continuada--, la fiscal le acusa de otro delito de abuso sexual con penetración bucal --por la felación a uno de los menores-- y de dos delitos por tenencia y elaboración de pornografía infantil, ya que la policía encontró en el domicilio del acusado material pornográfico y, en su teléfono móvil, el vídeo donde aparece haciendo esta felación.

La acusación pide 88 años

La acusación particular mantiene que se condene a Josep C.E. a 88 años de cárcel y la defensa pide 28 años de cárcel alegando un atenuante muy cualificado de confesión.

Durante su declaración ante el juez, el acusado, que está en prisión desde 2012, ha reconocido haber tocado los genitales a estos niños por encima o por debajo de los pantalones, encontrándose a solas con ellos, durante las actividades extraescolares que impartía en el colegio Àngels Alemany de Lloret y en los casales de verano e invierno que organizaba en el municipio contratado por el Ayuntamiento.

Después de esta confesión, las partes han renunciado a la declaración de las víctimas y los testimonios, por lo que los menores no han llegado finalmente a declarar, y el caso ha quedado visto para sentencia.

Los informes psiquiátricos no convencen

Los psiquiatras aportados por la defensa han asegurado que el acusado padece un trastorno de personalidad provocado por dos accidentes que sufrió de joven que podrían alterar su comportamiento y despertarle conductas pedófilas.

Se refieren a una caída en bicicleta que el acusado sufrió a los 13 años y a una intoxicación por monóxido de carbono, que según los peritos lesionaron parte de su cerebro e le impiden controlar algunos de sus actos aunque sea consciente que son ilegales.

Los informes de los psiquiatras no han convencido ni al ministerio fiscal, ni a las acusaciones particulares, y el mismo acusado ha reconocido no sufrir ningún trastorno de personalidad provocado por estos accidentes.