Omella ha dicho estar feliz tanto en La Rioja como en Cataluña, aunque ha reconocido que "en una Diócesis con casi tres millones de personas, los problemas se complican y se multiplican". "Pero -ha recalcado- las dificultades no deber ser nunca motivo de desánimo, sino una ocasión para encontrar caminos de trabajo y de ilusión".
Por eso, ha llamado a todos a "no tener miedo ante las dificultades y los problemas de la vida y ha recordado la manifestación posterior a los atentados de Barcelona y Cambrils, que fueron "momentos duros", ante los que, se rechazó la violencia y el terrorismo.
"Nos tenemos que comprometer a trabajar por la paz, creemos en el ser humano y debemos creer que es posible vivir en paz y libertad, debemos persistir en este empeño", ha dicho el arzobispo, quien ha llamado a todos a ser constructores de la paz", porque la paz es más que la ausencia de guerra y conflictos".
"Es poner amor ante la ofensa, unión ante la discordia, verdad ante la mentira, esperanza ante la desesperación, luz ante las tinieblas, alegría ante la tristeza", ha finalizado no sin antes pedir a los riojanos que no dejen de rezar por él y por Cataluña.
En la homilía, en la que ha estado acompañado por el obispo de Calahorra y Lacalzada-Logroño, Carlos Escribano y de Osma-Soria, Abilio Martínez Varea, y ante autoridades locales y regionales y una Iglesia de Santiago repleta de logroñeses, también ha recordado que se despidió de sus feligreses riojanos hace ahora dos años. "Tengo la sensación de que no ha pasado el tiempo", ha concluido.