Dime cómo viven los jóvenes y te diré a qué Europa pertenecen: hay cinco y no todas son iguales

cuatro.com 29/11/2018 19:47

La juventud europea avanza y se desarrolla de acuerdo a cinco modelos claramente diferenciados: el modelo nórdico, anglosajón, continental, mediterráneo y de Europa del Este. Se trata de modelos que surgen como fruto de la conjunción de diferentes factores como la renta per cápita, la estructura del empleo y la calidad de las políticas públicas garantes del desarrollo juvenil tales como las educativas, las de vivienda o las rentas de inserción, por citar las tres que más pueden afectar a las oportunidades de integración en la vida adulta. Además influyen factores culturales, pautas familiares, la historia del territorio o la tradición religiosa, entre otros.

Existen los modelo nórdico, anglosajón, continental, mediterráneo y de Europa del Este. Se trata de modelos que surgen como fruto de la conjunción de diferentes factores como la renta per cápita, la estructura del empleo y la calidad de las políticas públicas garantes del desarrollo juvenil tales como las educativas, las de vivienda o las rentas de inserción, por citar las tres que más pueden afectar a las oportunidades de integración en la vida adulta. Además influyen factores culturales, pautas familiares, la historia del territorio o la tradición religiosa, entre otros.

El modelo nórdico, con países como Suecia o Dinamarca, es el que en conjunto se encuentra mejor posicionado en el ranking general de desarrollo juvenil. Se trata de un modelo que sitúa al Estado como garante de la igualdad de oportunidades. Son países que alcanzan globalmente muy buenos resultados sobre todo en emancipación, donde se sitúan a la cabeza indiscutible de Europa, gracias a sus políticas de públicas de inserción adulta. Sin embargo ocupan posiciones más bajas –aunque siempre por encima de la media UE- en empleo y educación, y en algunos aspectos específicos de vida/salud se encuentran incluso por debajo de la media.

Los países pertenecientes al modelo anglosajón, de los que sus mejores ejemplos serían Reino Unido o Países Bajos, se caracterizan por su marcada orientación individualista y la nula intervención del Estado en materia de protección juvenil, salvo en casos de necesidad. Consideran el mercado como principal agencia de asignación de oportunidades vitales por lo que consiguen muy buenos resultados en los datos de empleo y, por supuesto, emancipación. También en vida y salud al propiciarse la creación de núcleos familiares a edades relativamente tempranas. Sin embargo, la temprana inserción de los jóvenes anglosajones en el mercado laboral provoca que los datos en desarrollo educativo sean significativamente peores.

La Europa continental, Alemania como prototipo, es más familiarista que individualista. Considera a la familia como responsable del desarrollo juvenil, sin apenas ayudas estatales salvo subsidiarias. En casi todos los indicadores se mantienen en línea con la media UE: por encima en empleo y emancipación, y por debajo en educación.

El bloque mediterráneo –España, Italia, Grecia y Portugal- presenta un modelo histórico y cultural claramente familiarista que se basa en la convicción de que la familia es responsable de mantener a los y las jóvenes hasta que puedan emprender su proyecto vital. La escasez de políticas públicas de vivienda o de inserción laboral, sumado a los malos datos de empleo, aboca a los jóvenes a permanecer hasta edades tardías bajo la dependencia familiar. Eso explica el extraordinario retraso en las edades de emancipación en estos países o las bajas tasa de fecundidad y nupcialidad.

Sin embargo, debido precisamente al elevado desempleo y la precariedad laboral, los jóvenes mediterráneos optan por prolongar sus estudios consiguiendo niveles de sobrecualificación en estudios superiores y muy buenas posiciones en casi todos los indicadores educativos. También logran unos índices de vida/salud muy superiores a la media europea al estar protegidos en su entorno familiar.

A la cola de desarrollo juvenil europeo se encuentran los países de la Europa Oriental. Ejemplos de este modelo de desarrollo serían Rumanía o Bulgaria. Son países que, debido a su democratización reciente, presentan unos niveles de protección social muy inferiores al resto de Europa, con grave escasez de políticas públicas de inserción adulta que arrojan unos niveles de desarrollo juvenil muy bajos.