Brooks acudió a Ibiza con un grupo de amigos a pasar unas divertidas vacaciones. Además, Joanna, su novia por aquel entonces, también se encontraba en la isla con el mismo propósito.
Una de esas noches en las que coincidieron en Ibiza, estuvieron juntos en un conocido local nocturno, en donde las bebidas alcohólicas, tal y como cuenta La República, estuvieron muy presentes.
En ese estado, y tras hablar diversas locuras que podrían hacer en ese momento, ambos pensaron que la mejor idea de acabar la noche era en un salón de tatuajes. Él dijo que se haría un retrato de ella, y ella pidió aparecer en topless. Brooks aceptó y se lo hizo.
El problema vino semanas después, cuando Joanna decidió que no quería continuar más con el que había sido su novio. No le importó el tatuaje, no quería estar más con él.
Ahora, Brooks tiene que llevar a todos lados la imagen de su ex novia en toples. Tanto es así que él mismo asegura que no le duele haber pagado casi 350 euros por el tatuaje, lo que le duele es haber quedado marcado para siempre con esa imagen.
“Desde entonces todas las miradas se dirigen a mi espalda cuando estoy en la piscina o en la playa. Me hace gracia que me observen como un extraterrestre”, ha explicado Brooks en Metro. Además, él mismo se encargó de compartir el tatuaje en su cuenta de Instagram.