La brecha de género puede observarse en todos los datos sacados. Antonio Villar explica que cuánto menos edad y menos formación las dificultades para conseguir empleo son amplias, pero que además, el ser mujer supone una dificultad añadida.
Asimismo, el profesor afirma que si no se toman medidas esta brecha seguirá aumentando. Cuando surgió la crisis la diferencia entre hombres y mujeres se rebajó, ya que la pérdida de empleo de los primeros fue mayor. No obstante, con la recuperación, esta brecha está volviendo a salir.
La investigación refleja que los más perjudicados siguen siendo ellos, los jóvenes. Tan solo se libran los universitarios, que se encuentran fuera del mercado laboral por seguir estudiando o han adquirido un empleo para el que no se necesita cualificación. Villar advierte que cómo estos jóvenes formados adquieren empleos para los que no se necesita formación, las personas con estas características se quedan sin puesto de trabajo.
La edad, en el mercado laboral español, es clave. Villar subraya que, tal y como está configurado el sistema, una persona de mayor edad tiene un empleo más seguro y es más difícil de despedir, a diferencia de los jóvenes que tiende a tener puestos de trabajo más precarios. Por ese motivo las personas con edades comprendidas entre los 55 y 65 años son las que más meses trabajan.
Por lo tanto, es necesario tomar medidas para evitar el crecimiento de la brecha de género y para ayudar a las personas del futuro: los jóvenes.