El cuerpo de Geneva Gómez fue encontrado en su casa brutalmente maltratado, cubierto en sangre y con un crucifijo reposando en su pecho. Además, tenía la cara llena de hematomas y estaba inflamada.
Según recoge People, Juanita Gómez golpeó a su hija a puñetazos en repetidas ocasiones antes de introducirle el crucifico por la boca y empujárselo en la garganta. Juanita Gómez declaró en el juicio que de esta forma pensaba ayudar a que el cuerpo de su hija se liberara del demonio.
Después de matarla, limpió su cuerpo y lo colocó con los brazos extendidos, simulando la forma de una cruz. Junita Gómez ha sido condenada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional acusada de asesinato de primer grado.