La lucha contra el cáncer, en primera persona

Noticias Cuatro/Agencias 24/03/2014 19:26

"El hoy es un regalo. Justamente por eso se denomina 'presente'". Con éstas palabras concluye su emotiva carta Magalí Di Lullo, una argentina de de 20 años estudiante de Economía que ha querido compartir con el mundo su lucha contra el cáncer. Su batalla comenzó en julio de 2013.

"Con preocupantes síntomas: dolor de tórax y sangre al toser. No quería ir a la guardia del hospital porque aún tenía exámenes finales por rendir. ¡Siempre fui tan estricta con mis estudios! Además, no pensaba perderme mis clases de danza jazz y el nacimiento de mi primera sobrina. No obstante, mi papá logró llevarme “de los pelos” . Finalmente, me internaron y, tras varias semanas de análisis médicos, el 13 de agosto me diagnosticaron un tumor en los pulmones “más raro que perro verde”según muchos oncólogos. ¿Era una pesadilla o una broma de mal gusto? Nada de eso, sólo la cruda realidad."

Una cruda realidad a la que su familia y ella decidieron hacer frente siendo un equipo y al que no dudaron en sumarse sus verdaderos amigos.

"Los tres primeros ciclos de quimioterapia fueron durísimos, casi insoportables; el malestar era constante. Perdí varios kilos, un novio que no supo acompañarme, un cuatrimestre de facultad, un viaje proyectado con amigas y también mi pelo largo hasta la cintura. Pero tanto sacrificio tuvo sus frutos: la tomografía de control mostró una remisión parcial de la enfermedad."

La alegría duró solo seis días. Magalí se despertó el 13 de noviembre sin poder mover el brazo y la pierna izquierdos. Un ACV hemorrágico era el responsable del derrame y de una "tristeza desgarradora" según las propias líneas escritas por la joven en el diario Clarín.

"Estaba hemipléjica, en silla de ruedas … ¿Cómo iba a luchar contra el cáncer así? A esa instancia para mí todo estaba perdido. Mi cuerpo maltrecho me quitó la esperanza; ya no tenía ganas de vivir, maldecía abrir los ojos cada mañana. El dolor del alma puede ser incluso peor que el dolor físico. Únicamente quería estar y llorar con mi familia, rogarles que terminaran con aquella tortura."

"Me pidieron que siguiera peleando por ellos, si ya no podía hacerlo por mí misma. Y después de sentirme tan golpeada por la vida, me consideré afortunada por tener el amor incondicional de seres tan maravillosos."

Sus seres queridos le inyectaron la energía necesaria para seguir adelante. Comenzó la rehabilitación, la radioterapia y sus efectos se empezaron a notar y las secuelas a desaparecer. Tanto que hoy es totalmente autónoma y no duda en agradecer a los que batallaron con ella pero sobre todo no duda en cantar a la vida y querer trasmitir a la gente que disfrute el día a día porque se ha dado cuenta de que el hoy, es un presente.

"En sólo ocho meses mi vida cambió drásticamente. Creo que el cáncer es tan temido porque te carcome física y mentalmente, te da batalla y algunas treguas. A mí me hizo caer muchas veces, y me hará caer otras tantas, pero un colchón de afectos siempre amortiguó y amortiguará las caídas. Con todo esto encima, reflexiono y digo: seamos más humanos. ¡No seamos omnipotentes!

Nuestra vida es finita, ¡vivamos el ahora! No podemos ser presos de la vorágine de la sociedad que sólo piensa en el futuro, en el éxito individual, olvidándose del prójimo, de quienes necesitan una mano. Para los que padecemos esta enfermedad es muy importante la solidaridad de nuestros pares. Disfrutemos del calor del sol, de la sonrisa inocente de un niño, de las carcajadas de nuestros amigos y de los abrazos sinceros.

Eternamente agradecida a mis médicos, enfermeras, familiares, amigas, cadenas de oración y mensajes de aliento.

Hacen que mi sonrisa siga brillando. Seguiré en la lucha, aprendiendo que el hoy es un regalo. Justamente por eso se denomina “presente.”