Una brutal agresión de un alumno a su profesora: a punto de perder la vista de un ojo

Noticias Cuatro 19/05/2017 19:53

"Hoy decido escribir estas palabras porque no encuentro forma de sacar de mi cuerpo tanta angustia hacinada", comienza a relatar Julieta Petrolo.

Ella era maestra en Santa Elena hasta hace pocos días. Ahora está intentando que la atiendan en una clínica por una brutal agresión de un alumno suyo. Tiene el hombro distendido, cuatro vértebras cervicales comprometidas y perdió el 90% de la vista de su ojo izquierdo.

"Un 25 de abril de 2017, yo perdí mi vocación. En una escuela llena de dolor, en un aula carente de límites, en un aula que no era la mía, vi la violencia y no la soporté…tuve que contenerla", relata Julieta en una carta abierta en Facebook. Ella quiso defender a un niño de 10 años que estaba siendo agredido por otro más mayor.

Fue entonces cuando el niño comenzó a agredir a la maestra. "No me defendí, me dejé golpear, era preferible mi cuerpo enorme a ese cuerpo frágil", escribió. Cuando se cansó de golpearla, "se sentó con una mirada fría y se puso a leer como si nada hubiera pasado".

"Al distender el hombro, casi sacarlo de lugar, movió la cervical y afectó la vista. Los alumnos se asustaron y le dijeron a su compañero que parara. Él se dio vuelta, se sentó, agarró un librito que tenía en la mano y se puso a leer. Como si nada", continúa el relato.

Después del horrible incidente, Julieta pidió tratamiento traumatológico además de atención psiquiátrica por todo lo que vivió. "Ese día, la docente de grado faltó porque tuvo un principio de ACV. Un directivo me pidió que saliera de mi grado [es docente de 4°] y me hiciese cargo de ese curso", recuerda. Y es en ese 5° grado donde sufrió la agresión y en el que cursan chicos de entre 10 y 13 años.

Julieta ha declarado que en ese momento se sintió como una bolsa de boxeo. "¿Sabés por qué me sentí así? Porque uno no se puede defender. Uno nunca tiene que pegarle a un niño, no hay que atacar al débil", resalta.

La carta ha conmocionado a la comunidad de Facebook, no sólo por la brutal agresión sino también porque habla de una vocación perdida. "Perdí mi vocación. Porque yo ahora tengo miedo de entrar a la escuela. Ni a mis hijos llevo a la escuela ahora", recoge Clarín.

De momento la maestra sigue con el collarín y deberá usar una lente especial en su ojo izquierdo por la pérdida de visión.