Clare Eeles llevó a la pequeña Finley al pediatra tras detectar que la niña tenía fiebre y mucosidad y este le diagnosticó un resfriado común y le recetó paracetamol. Horas después, su estado empeoró.
"Por la noche no durmió, solo gritaba", ha contado su madre al diario británico Daily Mail. "Por la mañana aún gritaba y la piel de sus manos, brazos y piernas tenía manchas".
Por esta razón, Clare llamó a urgencias y la indicaron que la trasladase al Hospital Universitario de North Tees en Stockton. Allí, tras varias pruebas, la trataron con antibióticos.
"Entró en un coma inducido". En ese momento, los médicos la informaron de que la pequeña tenía sepsis, una infección en la sangre que, de no tratarse, puede provocar un fallo multiorgánico y causar la muerte.
Afortunadamente, el estado de Finley mejoró, le dieron el alta y se está recuperando en casa. No obstante, sus padres advierten de los síntomas de la sepsis ante la importancia que tiene ser diagnosticada a tiempo.