Laura Bishop y su pareja John Maitland abordaron el vuelo que les llevaría a su casa de Newcastle, Inglaterra, después de un descanso de cuatro días en Jersey, cuando la tripulación de cabina vio la pequeña herida que la hija de ambos, Robyn, se había hecho ese mismo día al rozarse contra un radiador.
Un miembro de la tripulación acudió a llamar al capitán, quien informó a los padres que la herida bajo el ojo “podría empeorar durante el vuelo” y, por lo tanto, la familia debía abandonar el avión. La madre, que además está embarazada, intentó convencer al capitán de que les permitiera quedarse: “yo le rogué diciendo: esto es ridículo”.
Sin embargo los empleados del vuelo sacaron todo su equipaje del avión, “si nos negábamos a salir, avisarían a la policía para que nos escoltase”, explicó Laura Bishop. Debido a esa decisión, la familia tuvo que gastar alrededor de 700 euros más para hospedarse otros tres días en Jersey, antes de obtener un nuevo vuelo.
Según el The Sun, una portavoz de la aerolínea EasyJet explicó que la actuación de la tripulación del vuelo intentaba proteger la seguridad de la pequeña de 19 meses: “Creían que la lesión podría empeorar durante el vuelo debido a la presión de la cabina”.