Okinoshima no alcanza ni siquiera el kilómetro cuadrado pero alberga el importante santuario de Munakata Tausha. Allí solo habitan los sacerdotes de dicho edificio, aunque cada año tienen el honor de poder pisar esa tierra 200 hombres, coincidiendo con la celebración de un festival.
En cambio, sólo tres mujeres han podido visitar la isla de Okinoshima: tres emperatrices talladas en piedra velan por la seguridad del pequeño territorio. Ahora, según cuenta la BBC, Japón pretende que se convierta en Patrimonio de la Humanidad y, aunque la Unesco aceptase la petición, las mujeres seguirían sin poder acceder a la isla.
Algo similar pasa en el Monte Athos. Allí, en la zona este de la ciudad de Tesalónica se encuentra uno de los monasterios más grandes de Grecia. Con unas impresionantes playas a su alrededor viven los monjes que tienen prohibida la visita de mujeres, ya que así consideran que les será más fácil mantener el celibato.
Además, los monjes que allí habitan se mantienen fieles a la vida que ya llevaban los la época bizantina, que consideraban que el día comenzaba cuando amanecía y acababa cuando oscurecía.