Vuelven a encender las máquinas que alimentan a Vincent Lambert como desean sus padres

  • Admiten el recurso de sus padres y paralizan el proceso de desconexión

  • La voluntad de su esposa se apoya en el derecho a una muerte digna

Los padres y dos de sus hermanos han luchado y pleiteado para evitar que se le deje de alimentar. La decisión ha sido avalada, sin embargo, por el Consejo de estado, última instancia administrativa en Francia, y por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

Cuando Vincent Lambert escucha una voz familiar, incluso por teléfono, parece que reacciona emocionalmente. Cuando uno de sus hermanos le habla, parpadea, le sigue con la mirada. Los médicos aseguran que tiene percepción del dolor, emociones básicas y algún tipo de reacción al entorno. Lo que Vincent no tiene es capacidad para expresarse. Ni siquiera para razonar.

Bajo esa percepción, su esposa y cinco de los hermanos del enfermero de 42 años, defienden la desconexión en los tribunales. Esgrimen que su voluntad era la de no agonizar en este estado. Pero nunca lo dejó por escrito. No hizo un testamento vital. Y así han pasado ya más de diez años.

El de Vincent Lambert ha sido, en fin, uno de esos casos en el filo de todas las convicciones. Médicas, jurídicas y éticas... Un auténtico dilema. Le habían desconectado, pero le han tenido que volver a conectar. La lucha de Vincent Lambert no termina.