Gracias a la intervención de la realeza de Arabia Saudí, dos siamesas palestinas han podido ser separadas. Una operación de 13 horas que no ha terminado todo lo bien que se deseaba. Farah no ha podido sobrevivir. “No tenía pulmones, ni tráquea y un corazón muy dañado, con un cerebro muy pequeño, todo eso era incompatible con la vida”, ha explicado el cirujano. Por eso salvar a Haneen, la otra hermana, es su objetivo y ya le han quitado la respiración asistida. Sin embargo, a esta familia palestina aún le falta algo. Que liberen a la madre, detenida en la frontera con Gaza cuando iban a viajar hasta el hospital de Riyadh, en Arabia Saudí. Quizás ese abrazo, el de su madre, sea la mejor medicina que necesita Haneen.