Grecia está a la espera de poder cerrar un acuerdo de Gobierno que se tacha de improbable. El lunes, el líder de nueva Democracia, la fuerza más votada en las elecciones del pasado domingo, se vio obligado a renunciar a formar Gobierno porque no pudo recabar los apoyos suficientes. Ahora, el responsable de la segunda fuerza, la Coalición de la Izquierda Radical, deberá buscar pactos. De no que las formaciones no logren cerrar ningún acuerdo, se deberán convocar nuevas elecciones.
"Hemos hecho todo lo que hemos podido. Ha sido imposible. He devuelto el mandato", afirmó el líder del partido Nueva Democracia, Antonis Samaras tras una intensa jornada de contactos con los partidos con representación en el Parlamento griego.
Tras el encargo, Samaras tenía tres días para lograr un pacto de investidura. Así, al no haber conseguido apoyos, cede el testigo al líder de la Coalición de la Izquierda Radical (SYRIZA), Alexis Tsipras, segunda fuerza política del país.
Si Tsipras tampoco logra una coalición, Evangelos Venizelos, del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), tendrá la responsabilidad de cerrar un pacto o Papoulias se verá obligado a convocar unas nuevas elecciones.
En los comicios del domingo ND logró 108 escaños (18,85 por ciento); SYRIZA, 52 diputados (16,78%); PASOK, 41 (13,18%); Griegos Independientes, 33 (10,6%); el Partido Comunista de Grecia (KKE), 26 (8,48%); Amanecer Dorado, 21 (6,97%) e Izquierda Democrática, 19 (6,11%), según datos oficiales definitivos.
El sistema electoral griego otorga un bonus de 50 diputados a la fuerza más votada, pero ni aún así ND y PASOK, los únicos partidos griegos con representación parlamentaria favorables al plan de rescate, suman los 151 diputados necesarios para una mayoría parlamentaria. Sin embargo, la gran protagonista ha sido la abstención, del 35 por ciento, una cifra muy superior a la de anteriores comicios.