Los 115 cardenales electores, todos menores de 80 años, cruzarán mañana esta puerta y se subirán a este autobús. En él recorreran el kilómetro que separa la Casa Santa Marta de la Capilla Sixtina. El intercambio de impresiones sobre el futuro Papa continuará de espaldas a este conductor, que como todo el personal doméstico ha prestado hoy juramento de silencio. Pasadas las tres de la tarde llegarán al Palacio Apostólico y recorrerán en procesión estos pasillos, invocando al Espirítu Santo, para que una vez sentados aquí, les ayude a decidir. Antes jurarán secreto y cuando el maestro de ceremonias pronuncie 'extra omnes' 'todos fuera', las puertas se cerrarán. Y los ojos del mundo mirarán a esta chimenea, por la que saldrá, hacia las ocho de la tarde, la primera 'fumata', previsiblemente negra. Los cardenales votarán dos veces y las papeletas se quemarán en una de estas dos estufas. La otra será para el combustible con el que se crea el humo. El elegido necesitará dos tercios de los votos para ponerse esto: Sotana, solideo y zapatos rojos de tres tallas están ya preparados para el nuevo Pontífice. Entre los favoritos, el brasileño Scherer y el italiano Scola, aunque también pisan fuerte los estadounidenses Dolan y O'Malley y el canadiense Ouellet.