Un anciano japonés es expulsado de la isla desierta donde vivía desde hace 30 años

Noticias Cuatro 27/06/2018 19:42

Corría el año 1989 cuando este robinson japonés decidió instalarse Sotobanari, un archipiélago de Yaeyama, al sur de Japón. Fotógrafo de profesión, dejó atrás la civilización para alejarse lo máximo posible del dinero y la religión. Este deseo lo llevó a asentarse en el lugar, en el cual quería morir.

Sin embargo, una alerta a la policía trucó sus planes. El pasado abril, una persona dio el aviso a las autoridades de que había encontrado a un hombre en la isla desierta. Los oficiales obligaron entonces a Nagasaki a abandonar el lugar y fue trasladado a un hospital, debido al estado de debilidad en el que se encontraba. En la actualidad, en cambio, vive en una casa en la ciudad de Ishigaki, a 60 kilómetros de Sotobanari.

El descubridor de Musafami fue Álvaro Cerezo. Este español dirige Docastaway, una especie de agencia de viajes para las personas que quieren experimentar el aislamiento extremo. Interesado en su historia, la sacó a la luz en el año 2012 mediante un documental. Es él ahora el que ha confirmado el estado de Nagasaki. "Su salud está bien -probablemente solo tenía gripe cuando lo vieron-, pero no le permiten volver más, no puede ir allí. Se acabó", ha afirmado el empresario a news.com.au.

El robinson japonés

Los cinco días que Cerezo y Nagaski pasaron juntos grabando el documental sirvieron, entre otras cosas, para que este último pudiera contar su modo de vida al mundo. Especialmente llamativo es el hecho de que el japonés fuera completamente desnudo. Aunque en los primeros años de asentamiento utilizaba vestimenta, tras un tifón que acabó con sus pertenencias, decidió dejar de hacerlo. "Llevar ropas aquí está completamente fuera de lugar", afirmaba en el 2012 a Cerezo.

La comida es otro de los sacrificios a los que ha tenido que hacer frente Nagasaki. El japonés dejó de comer pescado, carne y los huevos que las tortugas dejaban en la playa. "He visto nacer a esas tortugas e ir hacia el mar. Me pone la piel de gallina", justificaba su decisión.

La libertad que supone vivir solo en una isla desierta no ha hecho que Mufasami abandonara la rutina. Por las mañanas, aprovechaba para hacer ejercicio. Porteriormente se dedicaba a limpiar la playa con un rastrillo.

De su vida anterior, en cambio, poco se sabe. Nagaski estuvo casado y tiene dos hijos. Algo sobre lo que no le gusta hablar, según el propio Cerezo. Estos sí son conscientes de las ganas de su padre de poder morir en la isla. Un deseo que las autoridades están a punto de arrebatarle.