Nada hizo sospechar a Patricio González, este emigrante chileno que vive en Suecia, que su hija se había convertido en una terrorista. Su hija Amanda, su yerno y sus tres nietos le dijeron hace 5 años en Goteborg
que se iban de vacaciones a Turquía durante un par de semanas pero su yerno de origen noruego, además de cocinero, era un fanático islamista que hacía apología del Estado Islámico en las redes sociales. Pasados tres meses, la verdad vio la luz: se habían ido a combatir junto al Estado Islámico.
Hace cuatro meses que Patricio González viajó al kurdistan iraquí. Su hija y su yerno murieron hace tiempo combatiendo con el Estado Islámico pero sus tres nietos, que son ahora 7, continúan con vida. Él estaba decidido a sacarlos del infierno del campo de refugiados sirio en el que sobrevivían a duras penas
a pesar de que la mayoría de los países de origen rechazan la vuelta de quienes viajaron para unirse a los yihadistas del DAESH.
Se estima que en Siria hay alrededor de 3.500 niños huérfanos de combatientes extranjeros del DAESH. Esta semana Patricio recibió la llamada que tanto esperaba, sus nietos volverían a sus brazos y reencuentro se produjo. Pronto, estos 7 niños de entre 1 y 8 años viajarán a Suecia. Atrás queda el infierno junto al DAESH y el campo de refugiados de Al Hol al norte del Siria donde malvivían en condiciones miserables.