El cierre durante todo este tiempo del Rastro ha dejado cientos de historias. Nosotros las hemos querido personalizar en la de Paco Lozano, que tiene un puesto desde hace 37 años. Sus libros de segunda mano han estado guardados en cajas en un almacén durante los últimos ocho meses. Con él hemos recorrido, del brazo de la nostalgia, las calles hasta hoy vacías de este mercadillo madrileño. Muchas de las tiendas han cerrado para siempre. Con Paco hemos evocando lo que ha significado, para los propietarios de los cerca de mil puestos, un domingo sin Rastro.