El escalofriante relato de una camarera del restaurante atacado por los terroristas

Noticias Cuatro 20/11/2015 20:36

"Eran poco más de las 9 de la noche. Era el partido Francia-Alemania así que como habíamos previsto había menos gente que de costumbre. Teníamos aproximadamente 7 u 8 clientes, de los cuales 3 estaban en la terraza. Les voy a atender y la clienta me pregunta si llevaba aquí mucho tiempo, a lo que le respondo que no hace ni un mes. Ella bromea preguntándome si no han sido muy malos y si he aguantado muchas novatadas. Mientras se ríen a carcajadas les dejo a las tres comensales disfrutar de sus cervezas. Yo vuelvo detrás de la barra y hablo con mi compañero. Sin embargo, la conversación termina muy rápido.

Un primer ruido, que pensamos en principio que era un petardo. Después un segundo que atraviesa nuestras cristaleras. No tengo tiempo de reaccionar hasta que mi primo me tira al suelo. Y la pesadilla comienza. Los disparos van dirigidos directamente a nosotros. Un hombre está disparando al restaurante, casi todas las cristaleras están acribilladas. Me quedo tumbada en el suelo mientras disparan. Esto no dura más de 30 segundos pero me parecen interminables y veo que la clienta que acababa de atender está corriendo detrás de la barra y viene hacia mí. Está herida, su brazo tiene un agujero, una bala lo ha atravesado y ella tiene un ataque de pánico. Esperamos a que los disparos terminen pero oímos un ruido fuera que me paraliza, espero unos cuantos segundos y levanto la cabeza para ver si el sitio está libre y nos escondemos en el sotano. Espero algunos minutos en silencio en el escondite con el miedo de que los que disparan no nos hayan seguido. Una de las clientes se echa a llorar del miedo, la que está herida comienza a decirnos que no siente la mano. Oímos un ruido que viene de las cocinas, mi corazón empieza a latir y alguien dice “Jasmine, ¿estás ahí?” y con un alivio inmenso reconozco a mi compañero. Nos levantamos. Todo lo que veo son trozos de cristal por todas partes, las cristaleras agujereadas por las balas, un cartel de menú ametrallado que ha salvado la vida de un cliente.

Miro a mi alrededor y veo una multitud, me giro un poco más y en la acera de enfrente, veo que están rodeando el cuerpo de una persona. Me acerco, al principio creemos que está muerto pero le vemos mover los labios y respirar, con dificultad, pero respira de todas formas. Me acerco a él y le pregunto cómo se llama pero no me responde. Levanto la mirada y veo que a apenas 10 metros hay otro cuerpo en el suelo. Me acerco. Al lado del primer cuerpo hay un hombre llorando. Le pregunto si le conoce pero me responde que no. Sólo está en shock por lo que ha visto. Toco al hombre que está en el suelo y le pregunto si me entiende, pero no me responde, está muerto. Tiene todavía los ojos abiertos. Miro su mano y veo que todavía tiembla. Tiene un dedo arrancado, se le ve el hueso y la punta del dedo que le cuelga todavía. Miro de nuevo la calle y es una visión horrible.

No veo ni el rostro ni el cuerpo, solo una pierna completamente destrozada, completamente agujerada, casi partida en dos. Simplemente indescriptible. Se puede ver el interior entero de esa pierna y la sangre coagulada. La clase de cosas que se ven en las películas de terror. Me digo a mi misma que ella también está muerta pero veo su otra pierna moverse y me acerco y veo que es una chica, está prácticamente muerta pero todavía respira. Me acerco para ver si aún puede mover la pierna. Pero diviso otro cuerpo a su lado y que la pierna pertenece a otro hombre. Justo a su lado un cuarto hombre, un joven está tendido en el suelo. Le miro pero no se vuelve a mover. No veo su cara, ya que la tiene contra el suelo y su cuerpo está completamente desarticulado. No hay ninguna esperanza para él, no da ninguna señal de vida. Está muerto. Me acerco a él y sigo esperando algún movimiento. Es entonces cuando alguien me dice que “ya no hay nada que podamos hacer por él, tiene una bala en la cabeza”. Todo lo que quiero en ese momento es vomitar. Son 5 en total. Vuelvo hacia el hombre en la acera, donde la gente trata de mantenerle con vida. Me han dicho que le habían disparado en la espalda mientras marchaba, aunque llevaba un violín colgado en la espalda. Era un simple músico. Oigo a una señora gritar “¿DÓNDE ESTÁN LOS BOMBEROS? ES CUESTIÓN DE SEGUNDOS” Efectivamente. Le miro y los únicos movimientos que hace son los que hace gracias al masaje cardiaco que le está haciendo un joven. Todo lo que puedo hacer por él es acariciarle la cabeza.

Decido volver hacia la chica para ver si sigue allí. Está muy débil, la llamo y le digo “Señora, ¿está bien?” Evidentemente, conocía la respuesta y fue entonces uno de los momentos más intensos, más negros y más tristes de mi vida. Una mirada tan fría, vacía y muerta que durante un cuarto de segundo todo lo que quería era morir con ella. La llamé señora, no la conocía por su nombre, me decía a mi misma que llamarla por su nombre podía tranquilizarla, o tranquilizarme. Pero no dije nada. Me satisface sólo con mirar sus bonitos ojos gris-azulados hasta que oí a la gente gritar “¡CORRED! ¡CORRED! ¡HAN VUELTO!”. En cuestión de unos cuantos segundos, el sitio, que estaba lleno de gente, se vació. Veo a la gente correr en pánico, dejando allí los cuerpos. Presa del terror, yo corro también preocupada por poder recibir un disparo. Corro lo más deprisa que puedo y me encontré con varias personas escondidas en el edificio más bajo de la calle. Permanecemos apretados allí durante cinco horas. Veo que allí está el chico que intentó hacerle un masaje cardiaco al hombre con la bala en la espalada. No hace nada más que llorar, creo que se está volviendo loco. Se llama Arnaud y su compañera intenta consolarle sin demasiado acierto, pero nada, y ella también acaba llorando. Desde donde estamos, se oyen los ruidos de las puertas derribadas por la policía y los ruidos de las sirenas. Se oye a los policías decir que el asesino puede estar atrincherado en la bodega del restaurante. El mismo sitio donde yo me había refugiado con algunos clientes. Esperamos, tratando de contactar con nuestros conocidos. La policía viene para conocer mi testimonio, casi inútil, y vuelven unas horas después para llevarme a casa de mi primo. En el coche, no sé por qué pero sigo esperando que la chica joven haya sobrevivido, entonces le pregunto al policía si de los 5, alguno ha sobrevivido. Él me contesta con un tono rápido y neutro “Sí, Jasmine, todos están muertos”. Había terminado."