Se trata de su segundo disco en solitario y consiste en un viaje musical por la sutileza de su piano y su poesía emocional, en un disco instrumental que supone un refugio.
Para el músico, sentarse al piano es como "mirar adentro para intentar entender lo que pasa fuera", y lo hace a través de 16 canciones que ponen al descubierto la sensibilidad artística de Sergi Carbonell.