"Quizá faltaba -ha comentado la autora a Europa Press- un relato literario de las vivencias de la llamada Generación EGB, la que ya no tuvo contacto alguno con la terrible posguerra y en cambio vivió la infancia feliz del desarrollismo, los 600 y el boom turístico".
Amelia es una niña de un barrio nuevo de la periferia, en los años en que Madrid, Barcelona o Bilbao reciben cientos de miles de emigrantes del campo. Crece entre bloques de ladrillo y juega en descampados. Es parte de la generación que disfrutó con la Nancy y los Madelman, que se educó en colegios de religiosos y cuyos padres se mataban a trabajar en el pluriempleo para poder dar a sus hijos lo que ellos no tuvieron.
"Muchas cosas -explica López Schlichting- eran entonces distintas: aulas de 40 alumnos, larguísimas rutas de autobuses escolares, gran inocencia sobre las cosas sexuales y una perenne sensación de progreso y modernidad".
"LA CASA DE LA PRADERA"
La novela recrea la época en que aparecían los nuevos electrodomésticos, la televisión hacía soñar con los Estados Unidos y los platillos volantes estaban de moda. "Es difícil creer de hoy -añade la autora- que hubo un tiempo en que la fibra textil era el último grito y era preferida a los tejidos naturales o en la que ser moderno era llevar un pantalón de tergal o un chándal de tactel, comer donuts y panteras rosas y ver La casa de la Pradera".
"Los días modernos" se desarrolla en los tiempos de la túrmix, el citromatic, la segueta de los trabajos manuales y los coches 1430 ó 1500 y recoge las peripecias de Amelia, que se ve envuelta en un misterio en los descampados que entonces rodeaban la ciudad. La niña descubrirá en sus aventuras el valor de la lealtad y la solidaridad.