Fundación Thyssen "no alberga dudas" sobre la propiedad del Pissarro y confía en la resolución definitiva del litigio

EUROPA PRESS 07/12/2017 14:03

Según ha indicado la fundación en un comunicado, la Corte de Apelaciones para el Noveno Distrito de Estados Unidos ha ordenado que se celebre el juicio para examinar el título de propiedad de la Fundación "a la luz del derecho español".

Este tribunal ha rechazado, tal y como pidió la Fundación Thyssen, revisar su propia Sentencia de 10 de julio de 2017 en el asunto de la demanda de restitución del cuadro de Pissarro, interpuesta por la familia Cassirer contra la Fundación.

No obstante, la fundación ha precisado que dicha resolución no se pronuncia sobre la validez del título de propiedad de la fundación. "Es un hecho bien documentado que la Fundación adquirió el cuadro en 1992 y que desde entonces lo ha mantenido expuesto públicamente de forma ininterrumpida, mientras que las pretensiones de la familia Cassirer fueron en su día plenamente compensadas por el gobierno alemán", ha defendido la Fundación Thyssen.

El abogado Bernardo Cremades, representante de la Comunidad Judía de Madrid y de la Federación de Comunidades Judías de España, ha celebrado en declaraciones a Europa Press la decisión judicial porque cree que "neutraliza una de las principales líneas de defensa" de la Fundación Thyssen.

Según ha explicado, ahora la fundación solo tiene una posibilidad: recurrir en casación al Tribunal Supremo de Estados Unidos, para lo que tiene un plazo de 90 días. En ese caso, Cremades cree que habría "pocas posibilidades" de que el recurso fuera admitido a trámite porque han de darse "circunstancias muy excepcionales".

Tal y como ha indicado, este tribunal recibe alrededor de 7.500 recursos de casación al año y solo admite un centenar de ellos. No obstante, ha indicado que el análisis de esta demanda sí podría conllevar "un tiempo considerable", por lo que el litigio podría alargarse.

La obra de Pissarro protagonista de este pleito, que expone actualmente el Thyssen, pertenecía en 1939 a Lilly Cassirer, quien se vio forzada a entregarla a los nazis por un insignificante precio a cambio de un permiso para salir de Alemania, según los reclamantes. Tras pasar por distintos propietarios, finalmente el cuadro fue adquirido en 1976 por el Barón Thyssen Bornemisza, el cual a su vez se lo vendió a la Fundación Colección Thyssen-Bornemisza en el año 1993.