Depresión, yoga y ovnis entre las cartas inéditas de Buero Vallejo a su amigo exiliado Vicente Soto

EUROPA PRESS 08/11/2016 14:10

"Esta obra se podría definir como dos autobiografías cruzadas epistolares, que muestran ciclos: por un lado se habla de la vida y la muerte, por otro de la esperanza y la desesperanza, del éxito y del fracaso...", ha señalado durante la presentación el prologuista y antólogo de las cartas, Domingo Ródenas.

Con este trabajo de recopilación, al final quedan dibujadas dos personalidades de autores totalmente distintas, marcados por el contexto de una España postguerra: por un lado, la de "un triunfador aparente que sin embargo no tuvo un camino de rosas" --en referencia a Buero Vallejo-- y por el otro la de un escritor "con una personalidad arroladora, que fue cautivo de su vocación" --Soto--.

En cuanto al dramaturgo, "con Valle-Inclán y Lorca el más importante del siglo pasado", consigue destapar "el lado menos visible" de un autor "fieramente humano": la ternura, la solidaridad o el humor de Buero Vallejo, que nunca encontró un hueco en el panorama político y social español debido a su gran compromiso.

Buero Vallejo pasó varios años en la cárcel con la Guerra Civil y, una vez fue liberado, siguió 'marcado' al no tener pasaporte para viajar fuera de España. Esta situación cambió en el año 66 con la llegada de Manuel Fraga al Ministerio, pero volvió a entrar en las 'listas negras' --no estrenó durante cuatro años en teatros oficiales-- por su apoyo a los mineros asturianos.

"MENOSCABO" DE DERECHA E IZQUIERDA

Esta actitud comprometida, más allá de sus ideología --se fue alejando con los años del Partido Comunista por su desencanto con la situación de Rusia-- le granjeó enemistades con los dos bandos y fue uno de los posibles motivos de que, en los años 70, fuera "echado a una suerte de depresión" que duró hasta los años 90 y queda reflejada en las misivas.

"Ese menoscabo lo padece de manera muy afligida y se lamenta con su amigo. La derecha política siempre lo miró con recelo, como cuando ganó el premio Lope de Vega en el 49 por 'Historia de una escalera': era un 'rojo' que se había colado en los premios del Régimen. Pero la izquierda, con los jóvenes más interesados en lo de fuera, lo ven como un producto caducado", ha explicado Ródenas, quien ha recordado cómo llegaron a escupirle o insultarle en los actos ya cerca de los años 80.

YOGA Y OVNIS

Más allá de la faceta política, en la que Buero Vallejo se muestra "receloso", las cartas también hablan de alguien preocupado por asuntos familiares y personales, y con aficiones poco comunes en la España de los años 50. Así, el dramaturgo cuenta cómo ha empezado a practicar yoga para "mantenerse en forma" cuando a sus 40 años todavía no se ha casado.

O en sus consejos literarios a Soto, le recomienda que se interese por la física nuclear, la carrera espacial e incluso habla de "platillos volantes". "Estaba convencido de que había un conocimiento racionalmente limitado de la realidad que se nos escapa y los ovnis era un ámbito que le interesaban mucho", ha señalado Ródenas.

Por el otro lado, surge la figura de Soto, quien pasa "una situación terrible" en Londres al llegar en el año 1954 donde a veces no tiene para comer. Sin embargo, la apuesta por la literatura de este escritor, premio Nada en 1966, apenas se tambaleó por sus difíciles condiciones.

"Soto le robaba horas a la noche hasta el punto de acostarse a las 19.00 de la tarde para levantarse a las 3.00 de la mañana a escribir unas horas antes de marchar al trabajo. También aprovechaba los trayectos del metro para esbozar notas que le sirvieron luego para sus obras", ha señalado el antólogo.

AUGE Y CAÍDA CON EL PREMIO NADAL

El reconocimiento del mundo literario le llegó con 'La zancada', su primera obra publicada y premiada con el Nadal. No obstante, el galardón "le cayó como una bomba", porque al éxito de ventas de la obra no le acompañó una continuidad de confianza de los editores --ni siquiera Destino, que publicaba las obras ganadoras--.

"Su siguiente libro recibió 'noes' sistemáticos durante cuatro años pese a la intervención de Buero. Aunque luego desencallase esa situación, dejó una cicatriz abierta en Soto que le llevó a dejar de escribir durante un tiempo", ha afirmado Ródenas.

En cualquier caso, la amistad de ambos escritores duró 50 años y fue coronada por la recomendación de Soto a Buero de que enfocara a finales de los años 60 su siguiente obra en torno a la decadencia de Goya en sus últimos años. "La obra supuso un pequeño renacer de Buero y, desde entonces hasta el final de sus años, nunca dejó de darle las gracias por la recomendación", ha concluido.