Publica su primer libro a los 90 años: "Que el día que me falte la vida, me quede la palabra"

Noticias Cuatro / Agencias 26/05/2018 16:16

Valentín Huertas, jubilado y vecino madrileño, está muy emocionado por haber podido publicar su primer libro. "Siempre había tenido una ilusión desde que empecé a escribir cuentos: que el día que me falte la vida me quede la palabra", explica a Europa Press. A pesar de los achaques, mantiene intacta la memoria y la creatividad, que vuelca a diario en todo tipo de textos.

Su nieta Elena fomentó su iniciativa, ya que cuando era pequeña le pidió a su abuelo que guardara las historias que le contaba en un cuaderno. Ella le decía, "abuelo, ¿me cuentas un cuento hasta que me duerma?" y él la contaba los tradicionales, como 'Caperucita roja' o 'El gato con botas'. Un día esas historias le parecían muy aburridas y le propuso un reto: "quiero que te los inventes". Valentín recuerda que se pasaba todo el día pensando en la historia que iba a contar por la noche.

De aquello han pasado ya 15 años y el nonagenario ha continuado desarrollando su vocación literaria. Como su nieta ya había crecido, contaba sus relatos a otros niños y niñas de su barrio. Poco a poco sus visitas se hicieron frecuentes, y el 'abuelito Valentín' acabó convirtiéndose en reclamo de cualquier celebración infantil. Incluso le ofrecieron ir al Hospital Niño Jesús de Madrid.

Su hábito por la lectura

Nació en la localidad de La Roda, en Albacete, pero la guerra le sacó pronto del pueblo y de la escuela. A pesar del poco tiempo que pasó en el colegio, Valentín ha cultivado el hábito de la lectura a lo largo de toda su trayectoria laboral como tornero, y durante su jubilación.

"Surgió de casualidad, porque yo iba a una fotocopiadora del barrio con mis textos para ponerles imágenes, que encontraba en Google para decorar el cuento, y el dueño, que también trabajaba en el hospital, me hizo el ofrecimiento", rememora divertido. "Y he estado yendo mientras las facultades físicas me lo han permitido, porque ya me empiezan a fallar las piernas", puntualiza.

"En aquella época, muchos alumnos tenían que dejar los estudios por necesidades económicas para incorporarse al mundo del trabajo. Entonces la dirección del instituto creó clases nocturnas para que pudieran seguir estudiando, algo que no gustó a las autoridades de la época, ni tampoco a unos grupos de mozalbetes que venían a apedrear las ventanas", dice recordando los últimos años de la dictadura.

Como jubilado, Valentín ha mantenido esa sensibilidad social publicando, entre otras cosas, una carta contra la violencia de género. Además, otro de sus nietos le abrió un blog y él no tardó en difundir los cuentos por Internet.