Crítica | Doctor Strange: artimañas de prestidigitador, precisión de cirujano

EUROPA PRESS - Israel Arias 28/10/2016 11:43

Y es que la historia de Doctor Strange no es solo la presentación de un nuevo héroe encarnado por un casi perfecto -y algo 'sherlockizado'- Benedict Cumberbatch. Es, además, un cursillo acelerado de algunos conceptos con los que los fans de los cómics ya están familiarizados, pero que todavía resultan extraños para el gran público y que son necesarios para armar el futuro de la megafranquicia.

Pero más allá de la vital importancia de la película en el entramado cinemático de Marvel, Doctor Strange es un festín para los sentidos. Lo que propone Scott Derrickson es mucho más que psicodelia e imágenes caleidoscópicas aderezadas con la música de un Michael Giacchino en plan Pink Floyd. Su apuesta es usar los efectos digitales para crear, no para destruir, algo aparentemente tan sencillo, pero tan inusual, que convierte la película en una 'rara avis' en este tipo de cine.

Exuberantes y creativas secuencias de acción que, más allá del parecido puntual y evidente con la arquitectura de los sueños de Nolan en Inception, insuflan necesaria savia nueva al cine de superhéoes.

Además, la cinta mística de Marvel también esconde apreciables y atrevidas singularidades en su historia. No en su planteamiento ni estructura argumental -que responden al clásico patrón de presentación del héroe- pero sí en algunos momentos de su desarrollo y, especialmente, en la resolución de su tercer acto.

Un clímax presentado como otro de esos trillados enfrentamientos con el villano colosal de turno abocados a las secuencias de destrucción masiva que Doctor Extraño resuelve de forma ingeniosa con artimañas de prestidigitador y precisión de cirujano.