Las investigaciones empezaron en el año 2007 y han llevado al descubrimiento de una organización que, con el soporte de algunas familias mafiosas calabresas, introducía en Italia grandes cantidades de cocaína procedente de Sudamérica a través de la ruta terrestre España-Francia.
Entre los exponentes de esta organización figura un ciudadano latinoamericano que trabajaba en un convento milanés, utilizándolo como tapadera para encubrir las actividades de la red.
Además, los narcotraficantes habían presentado una petición de fondos a la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO, por sus siglas en inglés) para apoyar al sector de la pesca en Ghana.
Según los investigadores, los verdaderos planes de la organización eran utilizar dichos fondos para financiar una base de almacenamiento de droga en este país africano y facilitar así el transporte de la cocaína a Europa.