San Maximus se encuentra en Bürglen, en Suiza, y forma parte de todos esos esqueletos que salieron de las catacumbas romanas rumbo al resto de Europa para apoyar la idea de un más allá cristiano en el siglo XIV. La historia de San Maximus dice que es capaz de trasmutarse en un gato blanco que a día de hoy suele rondar la iglesia donde se encuentra justo antes de que algo reseñable suceda.