Samanta Villar se sumerge en "Las Maras", foco de la extrema violencia salvadoreña

cuatro.com 22/09/2011 17:51

Roban, matan por encargo, extorsionan, se dedican a traspasar las fronteras de forma ilegal y se disputan territorios por el control y el tráfico de drogas. Son las “Maras”, los grupos de pandilleros más violentos de El Salvador, un país donde existe una tasa de 75 asesinatos por cada 1.000 habitantes.

‘Conexión Samanta’ consigue adentrarse en los barrios más conflictivos y peligrosos donde operan estos grupos. Un documento exclusivo que Cuatro emite el viernes 23 de septiembre, a las 00.15 h.

Samanta Villar cuenta durante el reportaje con la ayuda del padre Toño, un cura que lleva años trabajando en la reinserción de jóvenes pandilleros. La periodista consigue entrevistar a varios miembros de una de las pandillas y habla con las víctimas y vecinos del barrio que viven día a día episodios de extrema violencia.

A lo largo del reportaje Samanta vive situaciones de alto riesgo y presencia persecuciones y detenciones durante un operativo policial nocturno de la mano de los GRP (Grupo de Reacción Policial, el cuerpo de la Policía de intervención rápida). Además, es testigo de la labor de la policía forense de El Salvador.

Los brazos armados de las mafias del narcotráfico: matan, roban y extorsionan por encargo

A principios de los años 80 llegaron a Estados Unidos inmigrantes salvadoreños que escapaban de la guerra en su país. Algunos de estos jóvenes formaron la “Mara 18” y la “Mara Salvatrucha”, que surgieron como organizaciones de protección de los barrios para impedir que otras pandillas abusaran de ellos.

Lo que en su momento pudiera verse de manera positiva, la actividad de estos pandilleros en El Salvador se ha radicalizado. Sus integrantes han pasado a ser carne de cañón para los “barones” del narcotráfico. Aprovisionados de armas pesadas y drogas para consumo propio, reciben dinero para controlar el comercio de estupefacientes y vigilar la zona.

Sus filas están formadas en su mayoría por jóvenes sin recursos ni educación, por lo que tienen un alto riesgo de exclusión social y muy pocas posibilidades de reinserción en el sistema. El problema es que cuando se ingresa en las “Maras” se hace para toda la vida.

No está permitido su abandono -de hecho se considera como una deserción-, aunque se acepta que quienes pasan los 30 años vayan alejándose de la actividad delictiva lentamente, es decir, “calmarse” o “frenar”, como se conoce en su argot.

El impacto de las “Maras”

Hace algo más de un año, un grupo de jóvenes de la “Mara 18” desvió un microbús de su ruta y quemaron vivos a todos sus pasajeros en Mejicanos, un barrio de sus rivales, la “Mara Salvatrucha”.

Uno de sus integrantes, Geovanny, atiende a Samanta Villar tras la misa que se celebra para recordar a las víctimas. Hace dos años, Geovanny salió de la cárcel después de haber pasado ocho tras las rejas: "La 'Mara Salvatrucha' era mi familia, afirma.

El joven reconoce ante las cámaras que ha colaborado en todos los delitos en los que puede participar un “marero”: asesinato, extorsión y robo, hasta que en una refriega con la policía recibió un balazo que le atravesó el cuello. "¿Le diste alguna vez a alguien?", le pregunta Samanta. “Honestamente, yo creo que sí”, responde Geovanny, que está marcado por todo su cuerpo con tatuajes que hacen referencia a su historia de vida, a los asesinatos y a sus compañeros caídos.

Esto lo convierte en objetivo mortal para el grupo rival. Pero Geovanny ya no tiene miedo: se dedica a su trabajo, a conversar con los jóvenes de su barrio intentando ayudarles y a intentar rehacer su vida junto a Isamara, hija de una de las víctimas del atentado del microbús.

Samanta también conoce a Carlos, de 27 años y padre de una niña de 3, que también trabaja en la panadería del padre Toño y que, al igual que Geovanny, está intentando salir adelante tras su salida de la cárcel.

Ángela Salazar y su hija Darlyn son otras de las protagonistas de “Conexión Samanta”: vecinas del barrio y sin trabajo, sobreviven como pueden. Con ellas, Samanta Villar acude a la cárcel para conocer al hijo de Ángela, preso por asesinato y también relacionado con las “Maras”.