'Conexión Samanta' explora los límites de la adicción al sexo

cuatro.com 16/12/2013 12:51

'Conexión Samanta' nos invita a conocer cómo la necesidad de sexo puede acabar en un serio problema. El reportaje recopila los testimonios de varios adictos al sexo por cuya adicción llegaron a perder trabajo, familia y amigos. Pero además, Samanta conocerá a personas para las que tener una práctica sexual intensa no supone un problema sino una forma de vida. También veremos los casos de Yvette y Aday, dos personas que buscan disfrutar del sexo a diario cuantas más veces puedan.

Ser adicto

¿Dónde está el límite entre afición y adicción? Muchas personas admiten su gusto por el sexo pero pocas reconocen que el sexo les ha supuesto un problema y son menos aún las que deciden internarse para recibir terapia. A pesar de que el 95% de los casos acaban con éxito una adicción siempre implica una mentira porque es difícil de reconocer.

Acompañaremos a Samanta a la clínica 'Capistrano' de Palma de Mallorca para conocer los casos de Javier y Cati. Ella tiene 33 años y lleva más de uno en tratamiento. Su adicción por el sexo es tan grande que siempre conlleva un enorme sentimiento de culpabilidad: “El sexo se convierte en el centro de tu vida completamente. Cuantos más atraes, más poderosa te sientes” le confiesa a la periodista. Esto y cuando empezó a coquetear con las drogas hicieron que decidiera ponerse en tratamiento.

Samanta también vive de cerca el caso de Javier, un chico de 33 años que representa la cara más oscura de esta adicción. Poco a poco Javier trata de mejorar su autoestima, pero se da asco a si mismo. “El sexo ha destrozado mi vida” le reconoce a Samanta: “Una vez empiezo no puedo parar, mantener relaciones sexuales con desconocidos, sexo sin protección, exhibicionismo, perdí trabajo, familia, amigos…”.

El doctor Emiliano Corrales coordinador de la unidad de conductas adictivas del Hospital de la Vega baja (Alicante) asegura que “es muy difícil establecer quién es un adicto al sexo porque casi siempre se enmascara con otro tipo de adicciones, pero son personas infelices con su modo de vida y que no pueden por sí mismas cambiar su modo de conducta”

La punta del iceberg

El periodo medio de ingreso por adicción al sexo son 28 días pero no es sólo un problema físico, sino que enmascara un problema de autoestima o rechazo social en muchos de los casos. Hay pacientes que acaban teniendo sexo compulsivamente para escapar de fantasmas de su adolescencia o juventud. Todo se enfatiza además si se mezcla con el abuso de drogas. Así se lo explica a Samanta Cipri, un adicto al sexo de 48 años ingresado por tercera vez en la clínica Cazorla de Alicante: “las drogas me llevaban al porno y el porno a la prostitución”.

Cipri quiere dar la cara a la periodista y reconocer en lo que ha fallado para que sus hijos estén orgullosos de él “le he quitado dinero de sus huchas para ir a los clubs y me he tirado 7 y 8 horas viendo porno en mi casa”.

Me encanta el sexo pero no soy adicto

Por otro lado, Samanta conoce de cerca los casos de Aday e Yvette, dos personas muy fogosas y activas sexualmente que disfrutan de tener encuentros sexuales con cuantas más personas posibles pero no ven en su conducta una adicción a tratar.

Yvette practica sexo en grupo y comparte sus vivencias sin ningún tipo de tapujos.

Aday tiene 22 años vive sin tapujos su sexualidad y no duda en reconocerle a Samanta que “no lo considera un problema sino una forma de vida”.