Un coche bomba en pleno centro de Nueva York deriva en toda una trama de espionaje y alto secreto. Y es que Beckett y su equipo descubren no sin trabas por parte del FBI y la CIA que no se trata de un coche bomba, sino de un ataque organizado desde las alturas a través de un misil lanzado desde un avión no pilotado.
Comienza así toda una trama a dos bandas. Por un lado Castle, Beckett y su equipo para descubrir la verdad. Y por otro, agentes y fuerzas del Estado para encubrir parte de los hechos.
La investigación de Beckett les lleva a dar con un programador que diseño el control de los drones y que salió del proyecto por desavenencias con el Estado. Tras localizarle en una casa apartada del mundo, éste les confiesa que diseñó el programa, pero que hay personas interesadas en el mismo que podrían haberse hecho con el control del drone que sobrevolaba Nueva York y que mató al activista que luchaba contra el abuso de “peces gordos”.
Después de pensar en el socio del fallecido como posible asesino, pues le cazaron viajando a Líbano, dieron con la pista que les llevó hasta el propio hijo del asesinado quien ordenara el lanzamiento del misil sobre su padre.
El agente especial con quien colaboró Beckett durante la investigación quedó fascinado con el trabajo de la policía y no dudó en ofrecerla un puesto de trabajo para el Fiscal General. Para ello, Beckett tendría que dejar Nueva York, la Policía, su equipo de trabajo… y en cierto modo, hasta al propio Castle. ¿Qué hará? ¿Aceptará la oferta de trabajo?