Debutante, ¡Bienvenido al club!

cuatro.com 25/04/2014 09:46

El XXXVII Maratón de Madrid ya está aquí. Si eres de los que debutan en la distancia, enhorabuena. Si todo sale bien, el domingo te sentarás a la mesa investido como nuevo miembro del club de los maratonianos, una hermandad creciente y -todo hay que decirlo- cada vez menos selecta. No es por restarle mérito, pero todos los años dos millones de personas en el mundo terminan un maratón, y por supuesto a todos les hace mucha ilusión. Claro que sí. Los 42 kilómetros mantienen su mística, igual que los 8.848 metros del Everest o los miura bufando por la Estafeta de Pamplona un 7 de julio. El domingo, a la hora del aperitivo, habrás cumplido un rito iniciático: habrás cazado el león; por méritos propios podrás jugar en el patio de los mayores. Felicidades anticipadas, nuevo/a maratoniano/a.

Pero no cantemos victoria. Todavía queda un mundo para que se dé la salida en la plaza de Colón. La buena noticia es que a estas alturas, todo lo que teníamos que hacer ya está hecho. La mala noticia es que las posibilidades -algunas insospechadas- de echarlo todo a perder son infinitas. Mil detalles pueden elevarnos al Olimpo del Maratón o hundirnos en un pestilente pozo de amarguras.

La cabeza manda. Si no eres un atleta experimentado y te enfrentas por primera vez al maratón, tu objetivo debería ser exclusivamente acabar. ¡Olvídate del reloj!. Para ti, el maratón debería ser una distancia: 42.195 metros; no un tiempo. ¿Bajar de tres horas, de cuatro horas? Sinceramente, ¿qué más da? ¿A quién quieres a impresionar? Entiendo que uno de los atractivos del maratón es poder contarlo; hacer como el torero, que tras una noche de pasión con la diva de Hollywood saltó de la cama medio desnudo:

-¿Pero adónde vas?-. preguntó ella.

-¡A contarlo!.

Salvo que seas el plusmarquista mundial de maratón, siempre habrá alguno que tenga más razones para alardear. Así que plantéate expectativas realistas que tengan que ver con sensaciones, y no con tiempos por kilómetro. Y recuerda: vas a someter a tu cuerpo al mayor esfuerzo físico que haya hecho jamás. Atiende a las señales que te mande: no es lo mismo sentir cansancio que sentirse mal; no es lo mismo sentir molestias que sentir dolor. El año pasado, el SAMUR atendió en el Maratón de Madrid a 131 personas. No seas una de ellas.

Sé conservador: empieza despacio para acabar entero. Como en otros ámbito de la vida, en el maratón también pueden chocar el ¿ya? con el todavía no. En este caso, preferimos el ya. Nunca he terminado un maratón tan fresco como en mi debut. Corrí junto a un veterano que me ataba en corto para evitar que me desmadrara. Veía pasar los kilómetros: "¿Ya hemos hecho 10? ¿Ya estamos en el 15? ¿Ya llegamos a la media maratón?". Y a partir del kilómetro 30, el silencio. Una mirada a la derecha, una mirada a la izquierda, y el grupo se ha deshecho. "¿Dónde están todos?"…Y ahí, al fondo, la meta. "¿Ya?". ¡Ya!

En ninguna disfruté tanto. Mis marcas no mejoraron demasiado, entré en el reino del todavía: "¿Todavía estamos en el kilómetros 10? ¿Todavía no hemos pasado la media maratón?" Demasiado esfuerzo por arañar unos pocos minutos sacrificando el espíritu lúdico del principiante.

Disfruta corriendo, disfruta de la ciudad. Pero no olvides que Madrid no es lugar para runners. Vas a correr a 655 metros de altitud y te vas a enfrentar a un continuo tobogán de subidas y bajadas que acaban pasando factura. Comenzarás la prueba con una temperatura de 9 grados y posiblemente, cuando acabes, el termómetro rondará los 20 Cº. Lamentablemente, no podrás esgrimir las "cláusulas meteorológicas" que imponen algunos maratonianos de élite, que no toman la salida si la temperatura excede o no alcanza determinados registros.

Disfrutarás y sufrirás. Un poco, lo justo. Lo que tú quieras. Pero ¿y si, al final, tienes que retirarte? Porque retirarse es una opción. Pues no pasa nada, salvo que tendrás que repetir mil veces qué te ha pasado, cómo te sentiste y porqué tiraste la toalla. Se lo dirás a todos aquellos a quienes durante semanas embarcaste en tu reto maratoniano y a todos a quienes hubieras contado un hipotético éxito en la carrera. Es el peaje que hay que pagar, y forma parte del reto.

Pase lo que pase, el domingo serás otro, ni mejor ni peor. Después de 42.195 metros y miles de zancadas, te conocerás mejor y te gustarás más. O quizá, no. Te habrás visto por dentro. Serás maratoniano.