Correr por la Red

cuatro.com 17/10/2014 00:02

Internet se ha convertido en un arma peligrosa para los runners. Qué fácil es hacer un máster en running sin mover más que los dedos, convertirse en “soy el que más sabe de correr del barrio” está al alcance de cualquiera.

La incansable búsqueda de dónde puedo encontrarlo más barato nos ha llevado en muchos casos a comprar productos que jamás hubiéramos pensado.

Las primeras compras se hacen con cierta racionalidad. El primer objetivo suele ser comprar unas zapatillas que ya hemos usado, sabemos talla precisa, están probadas en decenas de salidas y queremos la misma versión. Somos precavidos e intentamos comprar en páginas que correspondan a tiendas físicas y conocidas de nuestro país. Ahí llega el primer fracaso, salvo ofertas especiales, es difícil encontrar mejores precios si tenemos que sumar los gastos de envío.

Empezamos a traspasar fronteras, no nos atrevemos todavía con USA, pero Europa está a nuestro alcance. Tiendas “especializadas” de origen británico, las ofertas mejoran, me atrevo a comprar, y pico. Mis primeras e-commerce zapatillas, me siento bien porque he ahorrado y pienso que como esto sea así las tiendas habituales tienen los días contados. Después de meter con cierto miedo el numero de mi tarjeta en la web y comprobar el cargo me doy cuenta de que no he ahorrado tanto, el cambio, la comisión y el porte se han llevado un pico, pero no todo. Incertidumbre en la espera pero el paquete llega sin problemas y cumple las expectativas, esto funciona.

¡Quiero repetir! Meses después miro en la misma web otras zapatillas, misma marca pero solo una pequeña diferencia, la versión ha cambiado. ¡Comprar! El plazo de entrega ha aumentado debido a problemas de stock, pero da igual no tengo prisa, empiezo a mirar zapatillas mucho antes de retirar las que uso en ese momento. Pasan dos semanas y no llegan, tres, cuatro, me impaciento y meto una reclamación. La primera respuesta es, -“Te las hemos enviado”,-“ A mí no me ha llegado nada comprueben ustedes si tienen mi firma de recibí”. Después de tres semanas de intercambio de mails me devuelven el dinero pero como cabezota que soy y viendo que han subido el precio exijo mis zapas al precio anterior, me ofrecen descuentos, vales, etc. Rechazo todo y al final ceden pero tendré que esperar más, tres meses después de haber pinchado la tecla llegan, me siento satisfecho de haber ganado la pelea pero tardar tanto en conseguirlas me ha hecho pensar. ¡No vuelvo a comprar en esta tienda! entre el cambio, la comisión y los problemas se me ha acabado la ilusión, pero seguro que encuentro otra pagina mejor.

Meses después vuelvo a la carga, dispongo de toda la red para mí, las ofertas están esperándome, ya no quiero cualquier precio, quiero ahorrarme pasta de verdad aunque le tenga que añadir todos los gastos inesperados. Después de mucho buscar doy con algo que me gusta y muy barato ¡Unas zapatillas de triatlón! ¿Por qué no? Me cuestan la mitad que las de running y en ese deporte también se corre. Llegan sin problemas y después de muchas pruebas sentencio que tampoco son las zapatillas de mi vida pero sirven para entrenar sin problemas, para tiradas largas no son lo mejor pero cada vez hago menos. Me auto convenzo tanto que repito la compra. El segundo par sale igual que el primero.

Esto de buscar nuevas marcas no sale tan mal. Aparecen multitud de páginas que venden material de running, la búsqueda es cada vez más fácil, comparar el precio del mismo producto en cada vez más sitios me hace valorar de otra manera las buenas ofertas y pensar que soy un experto en conseguir la mejor oferta porque aparece. Y así doy con otro chollo a mitad de precio, marca muy conocida pero especializada en atletismo de velocidad, no de fondo. Estreno mis nuevas zapas fardando entre mis compañeros lo barato y bien que compro, pero en la quinta o sexta salida sentencio que esas zapatillas no están hechas para mi, al armario.

Vuelvo a las marcas de toda la vida y concretamente a la mejor. Pero sigo navegando y me encuentro con el superchollo del siglo esperándome. Zapas tope de gama con el 69 por ciento de descuento, la dirección de la red y la imagen me indican que es una página oficial de la marca, me lo pienso pero compro. Si no son lo que espero mínimo podre entrenar con ellas y si lo son todo el mundo alucinara. Tardan tres semanas en llegar, estoy nervioso, miro la dirección del paquete y veo que vienen de Singapur ¡Oh, oh! Abro el paquete y compruebo el género, el color real no coincide con el de la foto ¡Oh, oh! Me las pruebo y a pesar de ser mi talla me quedan un poco justas ¡Oh, oh! Seguiré siendo optimista hasta que las pruebe.

Y llega el día, un domingo perfecto para correr, me las calzo, las aprieto poco y arranco despacito. Después de cuatro kilómetros tengo los pies rozados por varios sitios y me duelen por la presión.

¡Son más falsas que Judas!