Ayutthaya: punto de partida de esta frenética gymkhana, sucedió a Sukhotai, meta de la etapa anterior, en la capitalidad del reino siamés. Durante cuatro siglos, el reino mantuvo una sólida monarquía, y la crónicas de le época dan fe de la riqueza y la solidez de la corte de Ayutthaya. En la actualidad, las sucesivas invasiones sufridas por la ciudad han mermado parte de su antigua majestuosidad y el traslado de la capital a Bangkok la ha relegado a un puesto muy secundario en lo que relevancia administrativa se refiere; en compensación, este relativo abandono la han dotado de un aire encantador de eterna segundona, y un pintoresco toque ligeramente provinciano que hará las delicias del viajero que quiera escapar de la abigarrada Bangkok o del hiperturístico Phuket. Su parque histórico, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1991, alberga los vestigios de la antigua ciudad y se encuentra situado en una isla fluvial fruto de la confluencia de los tres ríos en torno a los cuales se creó Ayutthaya: el Chao Phraya, el Lopburi y el Pa Sak. Parte de estos ríos además fueron canalizados durante los años de apogeo del reino hasta crear un entramado de canales que llevó a que los visitantes europeos la bautizaran como la Venecia de Oriente; hoy, aún es posible, revivir la impresión que este islote produjo a los antiguos navegantes portugueses, ingleses o griegos que llegaron a la ciudad en los siglos XVII y XVIII, alquilando un barco y recorriendo sus ruinas mientras se navega por sus tranquilos canales.
Kanchanaburi, a 130 kilómetros al este de la capital de país, es una ciudad tranquila y relajada que se transforma cada fin de semana en el centro de la diversión nacional, cuando miles de urbanitas de Bangkok acuden a ella para disfrutar de la fiesta que ofrecen su cientos de bares de karaoke o sus pintorescas discotecas flotantes. Más allá de este carácter frívolo, Kanchanaburi ofrece una cara mucho menos festiva, que nos habla, a través de sus edificios y construcciones de carácter militar, del pasado bélico de la ciudad. El puente sobre el río Kwai, construido durante la ocupación japonesa por prisioneros aliados, es una de las principales atracciones turísticas de la ciudad a pesar de que impresiona mucho más por su historia y por lo que representa que por discreta presencia en sí; se trata de un pequeño puente que reemplazó al primitivo de madera que fue destruido en un bombardeo en 1945.
El original llegó a conocerse por los locales como “el puente sobre el ferrocarril de la muerte” y se cuenta que en su construcción murieron tantos prisioneros como traviesas cruzan la línea férrea.