El cierre: el merodeador nocturno

cuatro.com 10/02/2014 01:14

Hace un par de semanas hablábamos en un informativo de una noticia que ha causado mucha expectación en Honduras. En centro América ha habido muchos episodios de este tipo sobre unos ataques al ganado. A lo largo de los ocho años de 'Cuarto Milenio' hemos tenido que tratar en profundidad las marcas raras en el ganado que vienen acompañadas de algo más. Han venido a mi mente muchos recuerdos. Las noticias pasan muy rápidas y en el fondo es una más. ¿Recuerdan las lenguas amputadas? Es curioso como esto no tiene fronteras. Se traslada a todo el mundo. De vez en cuando hay extrañísimos incidentes con el ganado y después, con el mismo misterio de como vinieron, se marcharon. No volvió a haber incidentes de ese tipo. Esa es su gran clave.

Recuerdo de inmediato una paramera de unas 350 cabezas de ganado en el Valle de Tabladillo en Segovia. Recuerdo llegar allí en el año 97 horas después de haberse producido el ataque de lo mismo. Un lobo, un animal desconocido y decían que con un solo colmillo. En el pueblo se hablaba de la posibilidad de experimentos por parte de extraños médicos con algún tipo de inconfesable acción. Había gente que tenía miedo de llevar a los niños al colegio. Yo vi a las madres con temor porque el merodeador nocturno podía estar por esa zona. Lo que más me extraña es que estuve ahí con aquel hedor de aquellos animales que se habían aprisionado unos contra otros y cuando estuve con los pastores viendo la valla por la que habían saltado de tres metros me sorprendió. Acabó en minutos con todos ellos y dejó eso como un mapa de misterio. Es como si el agresor nocturno en vez de ser un animal despiadado y con hambre, las picase a todas y dejase la incertidumbre para que el miedo durante un tiempo a todos los pobladores de una región.

Ya entonces algunos pastores me hablaron de si extrañas estrellas con mayor tamaño de lo normal, de si luminarias aproximándose a algunas zonas de la carretera comarcal. El clima de misterio aparecía al mismo tiempo que las cabezas de ganado muertas. 350 era la ruina para un ganadero. En cinco minutos de la noche a la mañana y sin dejar huellas. Lo racional era pensar en un animal. Lo que más les extrañaba a los pastores en ese caso era el hecho de que no hubieran huellas de pelea. Esto lo sabe la gente del campo. Grandes carneros que saben defender a los suyos que habían caído a bloque. Y me acuerdo que un pastor me decía que era como si los hubieran hipnotizado. Cayeron como drogados.

Con el merodeador nocturno siempre confluyen dos grandes temores del ser humano: la criatura desconocida. Un año después, en la rivera de Navarra con llanuras muy extensas donde es difícil que se esconda algún animal de gran tamaño, ocurre lo mismo. En este caso 400 cabezas de ganado aniquiladas en un minuto. Como había pasado poco tiempo, yo pude hacer el reportaje y estar con aquél desastre económico y darme cuenta de que ocurría lo mismo. Las aves rapaces no bajaban a comer aquel festín de carne y aquellos pastores de Navarra lo sabían. Pero es lo mismo que me habían contado un año antes en Segovia. Los buitres, siempre pendientes de algún tipo de comida en el campo sobre la que cernirse, no hacían caso. Como si esa carne estuviese maldita y ellos entendiesen lo que pasaba. Alguien atacó, alguien saltó por encima de los cercados, sin dejar huellas. ¿Un lobo sin un solo colmillo?

El ser humano de vez en cuando se encuentra con la orna de su zapato. Que aparece y desaparece. Entonces un pastor me dijo algo en Navarra en el año 98. Pocas horas antes de que ocurriese todo esto, todavía de día y cerrando el ganado, vimos como un globo negro que aparecía flotando en silencio absoluto y que luego desaparecía. Esto viene, ataca y se marcha. Si lo racional es pensar que es un animal, es raro que no vuelva a atacar nunca más. Es el gran misterio de los merodeadores nocturnos. No sabremos nunca qué son y qué naturaleza tienen. Parece que dejan su señal y que sólo quieren atemorizarnos. En algún momento el merodeador nocturno volverá a atacar para recordarnos que no sabemos nada y que la sorpresa para el engreído ser humano siempre está a la vuelta de la esquina.

Hasta dentro de siete días amigos...