Rinocerontes en Namibia (África)

Meritxell 09/07/2017 21:30

Estamos en Namibia con una misión: intentaremos encontrar a los rinocerontes africanos, el blanco y el negro, dos especies que están en grave peligro de extinción. Los cazadores furtivos los matan para vender sus cuernos. En algunos países orientales se usan como medicina, y se venden por miles e incluso millones de dólares. Pero no son una medicina ni nada de eso. Están hechos de lo mismo que las uñas, de queratina, pero engañan a la gente y mientras tanto matan a los rinocerontes.

Después de más de diez horas de vuelo, y otras tantas en escalas y esperas, estamos aquí, preparados para la aventura, cansados, pero con muchas ganas de salir en busca de animales. Estos días vamos a dormir encima de nuestro coche, en unas tiendas, así estamos más seguros.

Primero vamos a Etosha, un parque nacional donde hay de todo tipo de animales: elefantes, jirafas, cebras, leones, guepardos, leopardos, hienas… y cientos de animales más. En el parque no está permitido andar fuera de los campamentos, porque te podría atacar un león, un leopardo o quizás una hiena.

Aquí en Etosha, muchos días vemos gacelas, impalas, oryx y otros antílopes. Las gacelas saltarinas me encantan. Aquí las llaman springbok. Sobre todo cuando están haciendo lo que mejor saben hacer: saltar. Aunque las gacelas están por toda Namibia, y no son difíciles de encontrar, a mí me encanta verlas y ver cómo juegan, se pelean. Bueno a veces no tienen tanta suerte y... son devoradas, como esa que se encontró con un cara al. Pobrecillas, pero es la ley del más fuerte aquí en la sabana.

Para Amaia y para mi, este viaje era nuestro segundo que hacíamos a Namibia. Del primer viaje hubo muchas cosas que nos gustaron pero la mejor de todas fue dormir en las tiendas de campaña encima del techo del coche. ¡Es superdivertido! En este segundo viaje hicimos lo mismo… ¡a dormir en las alturas! Nos lo pasamos genial, jugando entre las mantas y subiendo y bajando por la escalera.

Nos está costando un poco encontrar a los rinocerontes, ya que hay muy pocos. Pero a veces se ven cosas que merecen mucho la pena. Mientras buscamos al rino, hemos tenido una sorpresa. Entre la llanura hemos localizado a un caracal. El caracal es uno de los felinos más difíciles de encontrar por aquí, y no sólo lo hemos visto, sino que hemos tenido una gran observación. El felino acababa de cazar una gacela, y se la estaba comiendo. Lo hemos visto durante mucho rato, ¡y hasta se ha acercado una mariposa!

Ha sido una de las observaciones más chulas que he realizado, y me ha entrado un poco de hambre.

Hoy por la mañana hemos encontrado un león a primera hora. Estaba en un lugar en el que la tarde pasada no había nada, pero esta noche ha debido estar de caza. El león se estaba poniendo las botas con una cebra que ha cazado. Yo nunca he probado zebra, pero estará muy buena, ya que a el león se le hacía la boca agua. Nunca había visto un macho de león devorando a un animal, y nunca lo olvidaré. Etosha, Namibia, ¡un lugar mágico!

Todavía no hemos visto rinos durante el día, así que lo vamos a intentar de noche, en la charca de agua. Con papá hemos decidido turnarnos; una hora uno duerme, mientras el otro vigila, y así toda la noche hasta el amanecer.

Al final, yo he dormido mucho y papá casi nada. Cosas que pasan. Pero en los mejores momentos estaba despierto. Para empezar hemos visto alguna hiena, y algún chacal, pero lo mejor ha sido cuando hemos empezado a oír algunas ramas, y poco a poco han empezado a entrar elefantes, desde abuelitos a nietos. ¡Decenas de elefantes! ¡Hasta 25 elefantes! Hemos estado esperando horas, así que algún rino tenía que caer. Y así ha sido, por una esquina ha empezado a venir un rino, que poco a poco se ha ido acercando, ha bebido, se ha paseado... ¡Una pasada! La noche siguiente hemos vuelto a hacer lo mismo y hemos podido ver a una madre rinoceronte con una cría ya grande.

La noche pasada, mientras acampábamos en el desierto tuvimos un gran susto. Estaba hablando con Amaia y vimos un escorpión enorme caminando hacia nosotros. Era de color negro y salía debajo del 4x4. A nosotros no nos pareció tan peligroso pero luego nos explicaron en el pueblo que su picada es mortal. A partir de ese día todas las noches metíamos las botas y las sandalias dentro de la tienda de campaña. Además, siempre mirábamos donde nos sentábamos o donde poníamos las manos.

Esta tarde unos elefantes se nos han cruzado en medio del camino. El más grande estaba levantando tierra y abriendo camino para él y su familia. Mi papá ha parado el coche y han pasado muy cerca, tanto, que hemos oído sus pisadas y... hasta casi su respiración. Esta vez he podido hacer una foto muy chula, aunque solo una, porque había que dejar pasar a la manada.

Después de Etohsa, nos vamos al norte, al desierto de Damaraland. Es un desierto muy extraño donde viven muchos animales salvajes.. Casi no hay árboles y la arena y las rocas son de un color rojizo muy fuerte. También hay sorpresas como unos arboles que nos encontramos que ecen baobabs en miniatura. Aquí tenemos la gran suerte de conocer al señor Simpson, de Save the Rino Found, una organización que trabaja para la conservación del rinoceronte negro. Simpson nos va a acompañar y esta vez, por estas montañas y desiertos, sí que podemos andar. Con suerte, seguro que veremos algún rino. Vienen con nosotros unos militares cargando fusiles. Hay que ir con cuidado con los cazadores furtivos y también con los animales salvajes. Después de buscar y andar decenas de kilómetros durante horas, ¡por fin encontramos a un rinoceronte negro! Aún que parezca mentira, los rinos no son carnívoros sino herbívoros.

Pero lo mejor.... ha venido después. ¡Hemos visto un bebé rinoceronte con su mamá!

Es increíble porque una mamá rino nunca deja ver a sus crías cuando son tan pequeñitas. Hemos tenido mucha suerte, pero no nos podemos acercar para que no se asusten. Así que los hemos visto con los prismáticos desde más de 1 kilómetro de distancia. Con mi cámara he conseguido grabar y hacer una foto de este momento idílico, desde más de 1km de distancia. Lo más bonito es que este bebé rino nunca lo había visto nadie, ni Simpson sabía que existía. Esta es la primera foto que le hacen, pero la mejor noticia es que hay un rinoceronte negro más en África. Espero que llegue a hacerse tan grande como su madre. La ayuda de Sr. Simpson ha sido genial, pero nos tenemos que ir, aunque yo me quedaría aquí encantado.

Hemos visto leones, leopardos, rinos, caracales, elefantes... No se puede pedir más. Ha sido una excelente experiencia, y aunque ahora nos tenemos que ir, ya tengo ganas de volver. ¡¡¡¡Hasta pronto África… hasta pronto rinos!!!!

*Fotografías de Andoni Canela