A veces los pequeños accidentes de la vida son culpables de nuestra felicidad. Cuando la bibliotecaria y editora Mary Ann Shaffer (Martinsburg, Virginia,1934-2008) decidió que escribiría la biografía de la escultora británica Kathleen Scott, esposa del explorador Robert Falcon Scott, viajó a Inglaterra en busca de datos e inspiración.
Lo que no podía imaginar es que una visita a la isla de Guernsey, ocupada por los nazis durante la segunda guerra mundial, borraría de un plumazo sus planes iniciales. Nada volvería a ser igual después de conocer las penalidades de aquella pobre gente.
Así nació 'La sociedad literaria del pastel de piel de patata de Guernsey' (Narrativa Salamandra). Un encantamiento que burla a la muerte y abre un claro en medio del dolor de la guerra. Soñar en buena compañía, protegido con un libro entre las manos, mientras los soldados alemanes hacen su ronda.
Pensemos en aquella isla, en aquellos años; en los niños separados de sus padres para ponerse a salvo en un barco rumbo a Inglaterra. Hay delatores, envidias que matan, madres sufridoras y heroínas inesperadas. Hay una voz literaria dominante: La escritora Juliet Ashton se traslada a Guernsey seducida por las cartas que recibe de una insólita hermandad de lectores. Pero existe otra protagonista ausente, Elizabeth, sobre la que, al fin y al cabo, gira todo cuanto sucede en la novela y cuya desaparición arrastra un episodio dramático y oscuro.
Mary Ann Shaffer no pudo ver publicada su primera y única novela. Su sobrina Annie Barrows dio los últimos retoques al texto cuando la salud de su tía empeoró. Tampoco la autora sabrá jamás que su libro ha sido traducido a veinte idiomas, ni que el director Mike Nevell ('La sonrisa de Mona Lisa', 'Harry Potter y el cáliz de fuego') lo ha llevado al cine con la actriz del momento, Lily James, ('Downton Abbey', 'Mamma Mía: Una y otra vez') como la joven Juliet.
Lo único que Mary Ann Shaffer deseaba "era escribir un libro que le gustase tanto a alguien como para publicarlo". Los pequeños accidentes ocurren. La niebla en un aeropuerto. La espera con un libro en las manos. Y todo cambia para siempre.