Rocky, un american staffordshire que pesa más que su dueña, entró en la vida de Duna hace cinco años “con la intención de que me la ordenara y para quererlo más que a nada”. Lo del orden está en camino y, mientras tanto, su amor hacia por su perro crece día a día; “Necesito que esté bien por encima de todo, incluso por encima de mí”, aunque no se sabe quién depende más del otro.
A Duna y a Rocky les acompaña en este viaje su mejor amigo, Evans, “un chico que tiene mucho coco y que sabe de lo que habla, pero es un intenso”, comenta su amiga. Evans estudia Filosofía, pero lo que más le interesa es la moda, lo mismo habla de Nietzsche que de Alexander McQueen, reflexiona sobre el sentido de la vida o sobre el largo correcto de las camisetas y está convencido de que el can está enamorado de él: “Si Rocky fuera humano, o yo fuera perro, estaríamos juntos”, confiesa.
Duna quiere que Rocky encuentre una amiga y se relacione con perras hembras, porque solo tiene amigos machos: “Y si por el camino me encuentro a un chico para mí, eso es gloria”, admite entre risas.
De la zarpa de Rocky y de la mano de Duna, en esta entrega habrá ciudad, campo y playa; sorpresas, decepciones, disgustos y alegrías; relaciones perrunas y amor humano y, como cierre, un giro imprevisto en pleno green de un campo de golf.