La pequeña Jessica, de 4 años de edad, tenía neuroblastoma, “una enfermedad por la que se forman células malignas (cancerosas) a partir de los neuroblastos (tejido nervioso inmaduro) de la glándula suprarrenal, el cuello, el tórax o la médula espinal”, según el Instituto Nacional del Cáncer.
Falleció el 20 de noviembre de 2016. Un mes antes, su padre explicaba en una publicación en Facebook en la que motraba la fotografía que era la “más difícil que he hecho”. Contaba que tras una dura lucha contra el cáncer, solo la quedaban unas semanas para vivir y que la imagen, un momento en el que ellos sus padres, no podían “ofrecerle consuelo” es el verdadero rostro de la enfermedad.
Con ello, pretendía que se aumentase la investigación contra el cáncer, según explicaba en la publicación. No obstante, Whelan tras varios meses ha explicado que la imagen fue hecha con un segundo propósito, el de recordarse a él y a su mujer el por qué decidieron que Jessica no continuase con el tratamiento.
Los médicos les dijeron que el tratamiento de Jessica, que la hacía sufrir dolores agonizantes, solo la alargaría la vida un par de meses. Por ello, Whelan y su mujer decidieron que la pequeña pudiera vivir sus últimos días sin ello.
La imagen les recuerda los duros momentos que pasaba Jessica debido al tratamiento y les recuerda que la decisión que tomaron fue la correcta, según publica Daily Mail.