Una superviviente del hotel Rigopiano: "Comí hielo y nieve para saciar la sed"

Noticias Cuatro 23/01/2017 00:08

Cinco personas murieron y otras 24 se encuentran aún desaparecidas desde el desastre. Las 120.000 toneladas de nieve golpearon al hotel a 100 km/h dando a las personas que estaban dentro pocas posibilidades de supervivencia.

Ahora se sabe que muchos de los huéspedes del hotel ya se habían reunido en la planta baja para esperar ayuda después del terremoto que se produjo a primeras horas de ese mismo día.

Giorgia, que es estudiante, ha revelado que estaba sentada con su novio de veinticinco años, Vincenzo Forti, dueño de una pizzería en Giulianova, en un sofá de mimbre frente a una chimenea en el vestíbulo del hotel esperando la evacuación cuando la avalancha les golpeó.

"Estaba convencida de que vendría un golpe final, tenía miedo", ha explicado Giorgia al Corriere della Sera. "Entonces todo cayó a nuestro alrededor y no entendí nada".

Giorgia se desmayó. Cuando se despertó, el vestíbulo se había convertido en una especie de cúpula con cuatro cavernas. Estaba muy desorientada. Georgia indica que todo estaba oscuro, "sin luz y no podía oír ningún sonido". "Había eco y Vincenzo me explicó que era el efecto de la nieve que actuaba como una especie de caja de resonancia".

"Tenía la sensación de estar encerrada en una caja, con nieve por encima, que amortiguaba cualquier ruido". "No pude oír nada durante todo el tiempo, solo otras voces procedentes del interior". Georgia explicó que pudo oír a una mujer llamando a su prometido, un hombre de Roma, herido en un brazo y que se quejaba; y a una madre que abrazaba a su hijo mientras llamaba a su otra hija.

El grupo utilizó los móviles como linternas y trataron de animarse unos a otros. Giorgia continua: "Perdí la noción del tiempo. Todos los niños se portaron muy bien, nunca los oí llorar". Confiesa que ella sí lloró, y elogió a su novio "que nunca tuvo ninguna duda". "Nos animaba, a todos, no solo a mí. Mantuvo a todo el grupo fuerte. De vez en cuando le oía tararear unas pocas canciones, lo hacía para mantenernos tranquilos".

Otro problema es que no tenían nada que comer. "Nada, lo único que comimos era hielo. Teníamos mucho y eso nos mantuvo en marcha. La adrenalina nos quitó el hambre", señala.

"Perdí la noción del tiempo y aún no lo he recuperado, pero creo que duró dos días, tal vez un poco más", apunta. Todo el tiempo la estructura alrededor de ellos chirriaba. No fue hasta las 11 de la mañana del viernes cuando escucharon por primera vez un sonido mecánico de excavación y luego las voces. "Preguntaban quién estaba allí. Estaban tratando de averiguar quién estaba debajo y respondimos con nuestros nombres". Ella gritó: "¡Soy Giorgia, y estoy viva!". "Fue la cosa más bonita que he dicho nunca", exclama. La búsqueda de supervivientes continúa en el quinto día.