No nos paramos nunca

cuatro.com 07/04/2014 10:54

Los estudios científicos coinciden en el enorme potencial mental de los seres humanos y en su poco desarrollo para lo que podríamos llegar a ser capaces de hacer. La mente rige sobre lo físico y nos puede cambiar la percepción de infinidad de cosas. En este sentido y en la línea que nos ocupa, todos sabemos la importancia del estado anímico para emprender una carrera o un mero entrenamiento. Cuántas veces hemos salido bajos de moral o con simple pereza y lo hemos arrastrado como una losa hasta el fin.

En general, todos salimos con crono y demás tecnologías para entrenar, sin embargo propongo una nueva prueba. Está bien cronometrar pero salgamos a entrenar y no miremos el reloj en ningún momento del recorrido. Tras finalizar, dediquemos un instante a analizar cómo nos hemos encontrado. Repasemos nuestras sensaciones y con posterioridad miremos el tiempo. Nos llevaremos grandes sorpresas. A favor y en contra. Tal vez te ha costado, has ido pesado y luego el crono afirma lo contrario o viceversa…”qué bien iba

El análisis de las sensaciones nos ayudará a conocernos y a mejorar en competición. Por ejemplo, es fundamental estar preparado para ese momento de abandono que todos tenemos en un maratón y que si somos capaces de aguantarlo, aunque nos quede la mitad de la carrera, si no paramos, lo superaremos y volveremos a resurgir como el ave Fenix e incluso a mejorar tiempos. Este fenómeno existe y es así, se pasa, sólo hay que aguantar.

El umbral del sufrimiento lo describía muy gráficamente mi compañero Jorge Alonso en su análisis de los 10 kms. En ese momento, puedes hacer varias cosas aunque lo más efectivo es cargarse de pensamientos positivos y relativizar el dolor o simplemente distraer la mente pero seguir, seguir, nunca parar. También puede ser el momento del gel, de poner el piloto automático y olvidar la distancia restante. Se trata sólo de poner un pié detrás del otro.

En este sentido acordaos de lo siguiente: en reposo el dolor de un calambre, o el de las agujetas, puede llegar a ser muy elevado pero, como sabemos de su intrascendencia, lo aguantamos y lo dejamos pasar. Aquí se trata de hacer lo mismo y para lograrlo, control mental, relativizar, distraer la mente, no pensar en lo que queda y esperar, que se pasará.

Ojo, esto no es aplicable a las lesiones reales.

Como ilustración, os pongo unas zapatillas ochenteras que conservo y que utilizábamos para correr maratones, ni gel, ni amortiguación ni nada. ¡Aquello sí que era dolor!. Terminabas lleno de ampollas y aún con los pies llagados, finalizabas las carreras porque era lo habitual. Por cierto, creo que ahora las reeditan para paseo en estilo vintage pero aquí están las originales…