Adela Úcar "La cárcel es tan dura que la prioridad dentro es uno mismo"

cuatro.com 01/03/2013 01:45

En la prisión de Najayo hay 307 reclusas. Entre ellas, una decena de españolas cumplen condena por tratar de pasar cocaína a España. Sin embargo, el primer contacto de la periodista con el resto de las presas se produce con una mujer dominicana encerrada desde hace diez años por “muerte”, según sus propias palabras. Confiesa que asesinó a su marido cortándole el cuello por haberla engañado con su hermana; a ella la mató también y la reclusa asegura a la reportera que no se arrepiente de ese homicidio “porque se lo merecían”.

“Me iban a pagar 6.000 euros. Era la primera vez y todo estaba controlado”. Así se explica Elisabeth, otra de las presas. Tiene 23 años y es española, aunque habla con un fuerte acento dominicano. Lleva casi dos años encarcelada y todavía no entiende cómo se le ocurrió hacer de mula del narcotráfico.mula Y menos aún cómo se le ocurrió llevarse a su hija, que entonces apenas tenía dos años, para disimular y resultar menos sospechosa. La niña tuvo que presenciar cómo detenían a su madre en el aeropuerto, tras descubrirle la droga pegada al cuerpo.

A su hija se la llevaron a un centro de acogida, dónde estuvo 15 días hasta que la madre de Elisabeth reunió dinero suficiente para ir a buscarla. Hoy por hoy, lo único que se le hace insoportable en la cárcel es vivir alejada de su hija. Desde aquel día en el aeropuerto no la ha vuelto a ver.

Al igual que Elisabeth, Laura es española pero por su aspecto y su modo de hablar podría pasar perfectamente por dominicana. Sus dos hijos, de cinco y tres años, están con la familia paterna. Es una joven entusiasta, extrovertida y con mucha fuerza. “No tienen nada contra mí, yo no llevaba droga”, le cuenta a Adela. La realidad, sin embargo, es bien distinta: la detuvieron en el aeropuerto de Santo Domingo con una maleta llena de estupefacientes. En aquel momento estaba embarazada, y la radiografía que le hicieron, a pesar de sus protestas, desembocó en un aborto. Con sólo 25 años, Elisabeth ya ha quemado muchas etapas. Tiene hijos, está separada y ha viajado durante tiempo como mula del narcotráfico. Cuenta que allí está aprendiendo muchas cosas, que hay días mejores y días peores.

De su mano Adela conocerá la otra cara de la prisión: los flirteos a distancia y por señas con los reclusos del penal de enfrente, a los que llaman “carpinteros”. Laura tiene su “marido carpintero”, pero su verdadero amor es un sicario dominicano que está encarcelado con una pena de 20 años.