¿Por qué los precios de la vivienda no frenan y se disparan al mayor ritmo en 18 años?
La falta de oferta, el tirón de la demanda y unos alquileres cada vez más caros mantienen la vivienda en máximos sin señales de freno
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Los precios de la vivienda en España han vuelto a acelerarse y lo han hecho al mayor ritmo de los últimos 18 años, intensificando aún más la crisis de acceso a la vivienda. Según los últimos datos disponibles, durante el verano los precios aumentaron un 12,8%, un crecimiento superior al del trimestre anterior y que se explica, sobre todo, por el comportamiento de la vivienda usada, cuyo encarecimiento avanza a un ritmo nunca visto hasta ahora.
Los analistas señalan tres claves que ayudan a comprender la magnitud del repunte. La primera, el ritmo actual de crecimiento roza ya el registrado justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria de 2007. La segunda, los precios llevan subiendo de manera continuada desde 2014, sin llegar a caer siquiera durante la pandemia. Y la tercera: en los dos últimos años y medio, desde 2023, la pendiente se ha vuelto mucho más pronunciada, con un incremento acumulado que ronda el 28%.
El ritmo actual de crecimiento roza ya el registrado justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria de 2007
La tendencia no se va a frenar
A corto plazo, no hay indicios de que la tendencia vaya a frenarse. No se prevén cambios en ninguno de los factores que están alimentando esta escalada. Las hipotecas mantienen tipos asumibles, los alquileres son tan altos que comprar continúa siendo, para muchos, la alternativa más viable, y los inversores siguen apostando por la vivienda como refugio seguro.
A esto se suma una demanda muy fuerte, que año tras año continúa superando con holgura a la oferta disponible.
¿Por qué no se construye más?
Aunque la actividad promotora se está recuperando y se espera que aumente en 2026 y 2027, los expertos coinciden en que no será suficiente para cubrir las necesidades actuales ni para reducir el déficit acumulado durante más de una década. Para que la construcción de obra nueva crezca de forma significativa, advierten, haría falta más suelo urbanizable, más mano de obra y mayor claridad regulatoria que facilite y agilice los proyectos de los promotores.
La conclusión es clara: la vivienda seguirá siendo uno de los principales focos de tensión económica y social mientras la oferta continúe lejos de alcanzar el ritmo que marca la demanda.
